martes, 31 de enero de 2012

Capítulo 5

Bueno, definitivamente perdí el ritmo. Trataré de publicar otro capítulo antes de salir de vacaciones en dos semanas más. Ahora los dejo con el quinto. Saludos


Capítulo 5:  La Base del Comando Central

Eneas se paseaba impaciente fuera del cuarto de Lucas. El chico había estado encerrado por más de tres horas luego que el desfile en honor de su cumpleaños hubo terminado. Después que el Emperador se retiró del Palco Oficial, seguido por su comitiva, su guardia y el general Alaksando, el Príncipe estuvo sentado, mirando sin ver a los distintos destacamentos del Ejército Imperial que pasaban marchando por la Plaza de la Victoria. En su regazo descansaban el espadín y la gorra que había recibido de regalo y que marcaban su destino próximo. Sin embargo cuando salió del palco, más de veinte minutos después de lo que correspondía según protocolo, dejó olvidados ambos elementos y se dirigió directamente a sus habitaciones. Ahora su mayordomo los había puesto en una mesita del recibidor y trataba infructuosamente que Lucas le abriera para entregárselos.
- ¡Vamos príncipe, sea razonable! - decía el mayordomo a través de la puerta cerrada - ¡No puede estar encerrado eternamente! ¡Abra para que conversemos del asunto! - pero no obtenía respuesta. Realmente se encontraba muy preocupado. Demasiadas sorpresas para el pobre chico en el último año, pensaba. - ¡Por favor no siga enojado!
Pero Lucas no estaba enojado. Se había encerrado no para tener una rabieta, sino para poder seguir pensando. Desde que su padre le había dejado en el Palco Oficial le daba vueltas al asunto. Al principio era la sorpresa de la decisión del Emperador, y luego trató de deducir los motivos que había tenido para ello. No lo conocía lo suficiente se decía siempre y en ese momento se hizo más cierto. ¿Por qué quería que él fuera militar? ¿Sería para imponerle disciplina después de los sucesos de Nixia? Eso fue lo primero que se le ocurrió, pero luego pensó que su reacción no había sido tan dramática a su regreso del Colegio Protocolar. Después pensó que lo más lógico era que realmente estuviera pensando en prepararlo para gobernar y, ya que no pudo continuar su formación política, una militar podía ser la opción, más aún considerando la manera que había escuchado que usaba su padre para imponer las leyes. Eso por supuesto no le gustó mucho y no pudo imaginarse a sí mismo como un general dictador. Pero todas esas consideraciones dieron paso a otra más importante para el chico. Recordaba perfectamente cuando su madre le había dicho que no diera por seguro que iría a estudiar a Silvana. ¿Cómo podía ella saberlo? Sintió miedo de considerar la teoría de la Cofradía Solar de que sus sueños eran inducidos por su padre para condicionarlo. Sus sentimientos le habían dicho que no era así pero ahora ya no estaba seguro. Sintió que la tristeza empezaba a invadirlo otra vez y escuchó los llamados de Eneas a través de la puerta. Le pareció que sería bueno conversar con un amigo. Se levantó de su cama donde se encontraba y fue hasta la puerta, quitó el cerrojo y volvió a sentarse. Eneas escuchó el sonido del mecanismo, esperó unos segundos y al ver que la puerta no se abría tomo la gorra y el espadín y suavemente giró la manilla y entró. Vio al príncipe que lo miraba muy sereno, así que se dirigió hasta un armario, lo abrió, dejó ambos elementos dentro y lo cerró.
- ¿Tú sabías de esto? - preguntó Lucas.
- No lo sabía. Si así hubiera sido se lo habría dicho inmediatamente, aunque su padre me hubiese ordenado guardar silencio.
- Sé que lo hubieras hecho, y habría sido una estupidez.
Se produjo un silencio, y lo que pensaron se lo guardaron para ellos mismos. De pronto Lucas preguntó:
- ¿Cuando partiremos?
- Aún no tengo ninguna información oficial, pero hace un rato averigüé que un trasporte militar sale en tres días llevándose a los cadetes que se encuentran de visita el Alfa. Probablemente allí también viajen los alumnos nuevos, y los antiguos que se encuentran de vacaciones.
Después de unos segundos de silencio, Lucas continuó:
- ¿Hay alguna forma de convencer a mi padre para que cambie su decisión?
- Ni siquiera me atrevería a intentarlo, y le pido que usted tampoco trate de hacerlo. Llevo muchos años en palacio y sé que el Emperador no dará pié atrás. Pero por favor no se angustie. La educación militar no es mala. Debe darle una oportunidad. Aprenderá muchas cosas muy útiles.
- Nunca me han gustado las armas.
- No es lo único que aprenderá. La formación de un oficial es muy completa. Estudiará materias científicas y filosóficas. Tendrá oportunidad de hacer muchos amigos, el compañerismo en el ejército es muy especial. Además podrá hacer mucho deporte.
- ¿Será por eso que mi padre insistió con lo del gimnasio?
- Puede ser, no se me había ocurrido.
- Entonces lo tenía decidido hace tiempo.
- No siga pensando en eso. Concéntrese en prepararse para su viaje. Será una nueva aventura para los dos.
- Lo siento mucho Eneas.
- ¿Por qué dice eso príncipe?
- Nuevamente tendrás que alejarte de tu familia por mi culpa. Sé que esperabas estar con ellos en Silvana este año. Entiendo que viajan mañana; bueno, se suponía que lo haríamos todos juntos. Ahora tendrán que ir solas Diana con su madre. Lo siento.
- Es cierto, aún no se los he dicho. Pero no debe angustiarse, no es su culpa. Ellas estarán muy bien. Los padres y hermanos de mi esposa están allá y las atenderán. También está mi familia, y muchos primos de ambos. Le aseguro que estarán muy acompañadas.
- Como viajan mañana, creo que deberías ir a tu casa para estar con ellas. Dale saludos a tu esposa y discúlpame con Diana. Me va a querer matar.
- Es muy amable príncipe, estoy seguro que no estará enojada. Pero, ¿estará bien usted si me voy?
- Por supuesto, ya estoy tranquilo. Me hizo muy bien hablar contigo.
- Me alegro que así haya sido. Nos veremos mañana.
- ¿No irás al espaciopuerto a despedirlas?
- Sí claro, pero después vendré acá.
- Nos vemos mañana entonces.
Eneas salió de la habitación, y Lucas se dispuso para acostarse, pues ya era bastante tarde. Pero el asunto de su madre seguía dándole vueltas en la cabeza. Decidió que debía ser práctico y elaborar algún plan para despejar sus dudas. Estuvo pensándolo hasta bastante tarde, y cuando ya estuvo satisfecho con él, pudo quedarse dormido. Pero esa noche tampoco soñó con su madre.
Eneas no volvió sino hasta bien entrada la tarde del día siguiente. Efectivamente Lucas debía partir en tres días y Eneas estuvo bastante ocupado preparando todo lo que el Príncipe iba a necesitar. Mando a hacer los uniformes que el chico usaría a su sastre habitual, que se mostró bastante molesto por el poco plazo que se le daba. Encargó todos los útiles y materiales que debía llevar con los proveedores habituales de palacio, y algunos otros en una tienda especializada en artículos militares. Además tuvo que cancelar la matrícula de Lucas en la Academia de Ciencias y el pasaje de ambos en el Crucero a Silvana.  Finalmente compró su propio pasaje a Piros, pues no podría viajar con Lucas en el transporte militar. Esto último despertó las protestas del príncipe:
- ¡No puedes hacerme esto, Eneas! ¡No quiero viajar solo!
- No va a viajar solo, príncipe. El transporte irá repleto de cadetes como usted. Además piense como se vería un militar con chaperón.
- ¿Ni siquiera porque soy el príncipe?
- Ni siquiera por eso. Recuerde el Anemonnia, perderá sus privilegios y pasará a ser igual que sus compañeros. En este caso me imagino que menos que eso. En el ejército la antigüedad es importante. Va a segundo año, pero tendrá el mismo estatus que los de primero, lo que me recuerda que le pusieron de condición que debe nivelarse con sus compañeros de clase. Eso significa que deberá estudiar de manera especial algunas materias que no vio el año pasado en el Colegio Protocolar. Deberá dedicar a ello dos horas cada tarde y perderá un sábado de salida semana por medio - al ver la cara de Lucas añadió: - No se preocupe, sólo será el primer semestre.
- Como si eso fuera poco...
- Trate de animarse y hacerse a la idea. Estoy seguro que igualará su desempeño en Nixia.
- Bueno, ojalá. Pero no me has contado como te fue en el espaciopuerto. Espero que le hayas llevado mis disculpas a Diana y su madre.
- No me pareció necesario, ya le dije que no es su culpa. Pero sí le dije a mi hija que le deseaba buen viaje. Diana le manda un abrazo y espera que no lo maltraten mucho en Piros.
- Yo también lo espero.
Rápidamente llegó el día que Lucas debía partir, y el chico se encontraba preparado. Ya no se sentía ansioso ni triste por el viaje. Se había hecho a la idea e incluso tenía buenas expectativas del año de estudios que iniciaba. Cuando Eneas fue a despertarlo, él ya se encontraba vestido. Llevaba algo ligero, pues sabía que tendría que cambiarse de ropa antes de abordar el transporte. El equipaje se encontraba listo, así que después de un breve desayuno abordaron el deslizador de superficie asignado y emprendieron la marcha escoltados por cuatro vehículos de la Guardia Imperial. Lucas notó que no tomaban el mismo camino que recordaba del año pasado.
- ¿No vamos al espaciopuerto, Eneas?
- No, Alteza. El transporte despega desde la Base del Comando Central del Ejército Imperial en Alfa. Me parece que nunca ha ido usted allí. Está en las afueras de la ciudad, en el lado opuesto del espaciopuerto, y bastante más lejos del centro.
La caravana salió de Ciudad Capital y avanzó por un par de horas por un paisaje que pronto se tornó árido. Lucas miraba entusiasmado por la ventanilla, como siempre hacía en las pocas ocasiones que tenía de salir de la ciudad, y con mayor razón ahora, que no conocía esa zona. Pudo ver que atravesaban dos puestos de control sin ser detenidos. Al acercarse a un tercero se dio cuenta que una alarma roja parpadeaba en el tablero del deslizador. Más adelante había una barrera láser flanqueada por dos autómatas enormes de aspecto amenazador, con armas apuntado hacia ellos. Sin embargo el conductor no disminuyó la velocidad. Casi al llegar la alarma se tornó verde y dejó de parpadear y vio que la barrera desaparecía un segundo antes de atravesarla. Lucas se dio vuelta para ver como la dejaban atrás y se dio cuenta que todos los vehículos de la Guardia Imperial se habían detenido y la barrera láser les cerraba el paso.
- ¿Pasa algo, Eneas? - preguntó a su mayordomo. - La guardia ya no nos sigue, y aún no entro en el Anemonnia.
- No se preocupe, Alteza. Lo que sucede es que desde aquí tiene jurisdicción el Ejército, y ellos se harán cargo de su seguridad. Mire al costado del deslizador
Lucas miró por la ventanilla, pero no notó nada raro. Entonces levantó la vista y vio un enorme vehículo militar volando a su lado. Era alargado y estaba impulsado por enormes turbinas que apuntaban al suelo, aunque no emitían ningún sonido perceptible desde dentro del deslizador. Miró por la ventanilla del otro costado y vio otro vehículo igual. Escoltados de esa manera pronto llegaron a una amplia colección de edificios bajos, en medio de los cuales se encontraba la nave más grande y voluminosa que Lucas hubiera visto, aparte de los cruceros espaciales, claro.
El deslizador del Príncipe se estacionó frente a lo que parecía el edificio principal del complejo. Cuando descendió, lo esperaba un grupo de soldados en uniforme de parada, que lo saludaron en forma marcial. Siguieron al oficial a cargo hacia el interior, que los condujo a un amplio salón de ceremonias completamente vacío. Dentro se encontraba otro destacamento custodiando una pequeña tarima donde los esperaba Justus Bare, Sumo Sacerdote de la Catedral del Sol de Alfa Antiqua, junto a dos acólitos. A diferencia del año anterior. Lucas ya sabía lo que debía hacer, así que la Ceremonia del Anemonnia se desarrolló sin risas ni pausas. Después de despojarlo nuevamente de su camisa, pantalones, zapatillas, anillo, collar, privilegios y derechos reales, Justus Bare volvió a revolverle confiazudamente el cabello como despedida, dejando al príncipe otra vez incómodo en ropa interior esperando que Eneas le diera algo para vestirse. Su mayordomo le pasó la amplia maleta que había estado cargando y le indicó un pequeño cuarto a un costado del salón. Lucas entró y vio que había un espejo en que se reflejaba de cuerpo entero. En la maleta estaba el uniforme de parada de cadete de la Academia Militar, incluyendo la gorra y el espadín que le había dado el emperador. Se vistió y por supuesto todo le quedaba a la perfección. Se miró en el espejo y complacido le costó reconocerse. Cuando salió del cuarto, Eneas le dijo:
- Vaya, Lucas, te ves como todo un príncipe. Un digno oficial del Ejército Imperial.
- Pero sólo soy un cadete, ¿no es cierto?
- Así es, pero por algo se empieza. Ahora salgamos de aquí.
Al cruzar una de las puertas de salida se encontraron con una multitud de cadetes y padres que se despedían de manera bulliciosa. Se dirigieron hasta la puerta 9 que tenía asignada y fue rápidamente llamado a formarse por el oficial que ahí se encontraba, por lo que tuvo una corta despedida de manos con Eneas. Se puso en medio de una larga fila doble de chicos vestidos igual que él y, sin mucha coordinación, marcharon por el patio exterior en dirección a una rampa que los condujo al interior de la enorme nave, al mismo tiempo que una decena de filas iguales lo hacían por otras tantas rampas, por lo que nadie de los que los despedía desde el exterior podía decir quien era príncipe y quien no, a pesar de que todos lucían igual de bien en uniforme de cadete.

© 2012 Marcos Scotti D.

2 comentarios:

  1. Hola Marcos. Siento muchísimo el retraso de más de dos meses (urg). Me extrañaba que no hubieras publicado nada, por eso me he pasado. No recordaba que en el panel de actualizaciones me hubiera salido algo :S

    Bueno, me han gustado mucho estos dos capítulos. Pobre Lucas, con instrucción militar... Aunque siendo el príncipe lo extraño es que no hubiera aprendido algo ya jeje. Me intriga todo lo que pase a partir de ahora... ¡pinta muy emocionante!

    Intentaré pasarme más a menudo... espero que pronto puedas colgar otro capítulo =)

    ¡Un saludo!

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    1. Hola Elisa.

      Bueno, la verdad no he estado muy activo en esto de escribir. Espero salir pronto de algunas cosillas que me tienen ocupado lejos del computador, y ponerme las pilas con el teclado.
      Tal vez los últimos capítulos no han aparecido en tu panel porque de alguna manera se borraron casi todos mis pocos seguidores, un problema más común de lo que pensaba, por lo que leí en la red.

      Un gusto que hayas pasado por aquí. Me he fijado que también has vuelto a publicar capítulos. Estoy leyendo y comento.

      Un abrazo.

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