martes, 31 de enero de 2012

Capítulo 5

Bueno, definitivamente perdí el ritmo. Trataré de publicar otro capítulo antes de salir de vacaciones en dos semanas más. Ahora los dejo con el quinto. Saludos


Capítulo 5:  La Base del Comando Central

Eneas se paseaba impaciente fuera del cuarto de Lucas. El chico había estado encerrado por más de tres horas luego que el desfile en honor de su cumpleaños hubo terminado. Después que el Emperador se retiró del Palco Oficial, seguido por su comitiva, su guardia y el general Alaksando, el Príncipe estuvo sentado, mirando sin ver a los distintos destacamentos del Ejército Imperial que pasaban marchando por la Plaza de la Victoria. En su regazo descansaban el espadín y la gorra que había recibido de regalo y que marcaban su destino próximo. Sin embargo cuando salió del palco, más de veinte minutos después de lo que correspondía según protocolo, dejó olvidados ambos elementos y se dirigió directamente a sus habitaciones. Ahora su mayordomo los había puesto en una mesita del recibidor y trataba infructuosamente que Lucas le abriera para entregárselos.
- ¡Vamos príncipe, sea razonable! - decía el mayordomo a través de la puerta cerrada - ¡No puede estar encerrado eternamente! ¡Abra para que conversemos del asunto! - pero no obtenía respuesta. Realmente se encontraba muy preocupado. Demasiadas sorpresas para el pobre chico en el último año, pensaba. - ¡Por favor no siga enojado!
Pero Lucas no estaba enojado. Se había encerrado no para tener una rabieta, sino para poder seguir pensando. Desde que su padre le había dejado en el Palco Oficial le daba vueltas al asunto. Al principio era la sorpresa de la decisión del Emperador, y luego trató de deducir los motivos que había tenido para ello. No lo conocía lo suficiente se decía siempre y en ese momento se hizo más cierto. ¿Por qué quería que él fuera militar? ¿Sería para imponerle disciplina después de los sucesos de Nixia? Eso fue lo primero que se le ocurrió, pero luego pensó que su reacción no había sido tan dramática a su regreso del Colegio Protocolar. Después pensó que lo más lógico era que realmente estuviera pensando en prepararlo para gobernar y, ya que no pudo continuar su formación política, una militar podía ser la opción, más aún considerando la manera que había escuchado que usaba su padre para imponer las leyes. Eso por supuesto no le gustó mucho y no pudo imaginarse a sí mismo como un general dictador. Pero todas esas consideraciones dieron paso a otra más importante para el chico. Recordaba perfectamente cuando su madre le había dicho que no diera por seguro que iría a estudiar a Silvana. ¿Cómo podía ella saberlo? Sintió miedo de considerar la teoría de la Cofradía Solar de que sus sueños eran inducidos por su padre para condicionarlo. Sus sentimientos le habían dicho que no era así pero ahora ya no estaba seguro. Sintió que la tristeza empezaba a invadirlo otra vez y escuchó los llamados de Eneas a través de la puerta. Le pareció que sería bueno conversar con un amigo. Se levantó de su cama donde se encontraba y fue hasta la puerta, quitó el cerrojo y volvió a sentarse. Eneas escuchó el sonido del mecanismo, esperó unos segundos y al ver que la puerta no se abría tomo la gorra y el espadín y suavemente giró la manilla y entró. Vio al príncipe que lo miraba muy sereno, así que se dirigió hasta un armario, lo abrió, dejó ambos elementos dentro y lo cerró.
- ¿Tú sabías de esto? - preguntó Lucas.
- No lo sabía. Si así hubiera sido se lo habría dicho inmediatamente, aunque su padre me hubiese ordenado guardar silencio.
- Sé que lo hubieras hecho, y habría sido una estupidez.
Se produjo un silencio, y lo que pensaron se lo guardaron para ellos mismos. De pronto Lucas preguntó:
- ¿Cuando partiremos?
- Aún no tengo ninguna información oficial, pero hace un rato averigüé que un trasporte militar sale en tres días llevándose a los cadetes que se encuentran de visita el Alfa. Probablemente allí también viajen los alumnos nuevos, y los antiguos que se encuentran de vacaciones.
Después de unos segundos de silencio, Lucas continuó:
- ¿Hay alguna forma de convencer a mi padre para que cambie su decisión?
- Ni siquiera me atrevería a intentarlo, y le pido que usted tampoco trate de hacerlo. Llevo muchos años en palacio y sé que el Emperador no dará pié atrás. Pero por favor no se angustie. La educación militar no es mala. Debe darle una oportunidad. Aprenderá muchas cosas muy útiles.
- Nunca me han gustado las armas.
- No es lo único que aprenderá. La formación de un oficial es muy completa. Estudiará materias científicas y filosóficas. Tendrá oportunidad de hacer muchos amigos, el compañerismo en el ejército es muy especial. Además podrá hacer mucho deporte.
- ¿Será por eso que mi padre insistió con lo del gimnasio?
- Puede ser, no se me había ocurrido.
- Entonces lo tenía decidido hace tiempo.
- No siga pensando en eso. Concéntrese en prepararse para su viaje. Será una nueva aventura para los dos.
- Lo siento mucho Eneas.
- ¿Por qué dice eso príncipe?
- Nuevamente tendrás que alejarte de tu familia por mi culpa. Sé que esperabas estar con ellos en Silvana este año. Entiendo que viajan mañana; bueno, se suponía que lo haríamos todos juntos. Ahora tendrán que ir solas Diana con su madre. Lo siento.
- Es cierto, aún no se los he dicho. Pero no debe angustiarse, no es su culpa. Ellas estarán muy bien. Los padres y hermanos de mi esposa están allá y las atenderán. También está mi familia, y muchos primos de ambos. Le aseguro que estarán muy acompañadas.
- Como viajan mañana, creo que deberías ir a tu casa para estar con ellas. Dale saludos a tu esposa y discúlpame con Diana. Me va a querer matar.
- Es muy amable príncipe, estoy seguro que no estará enojada. Pero, ¿estará bien usted si me voy?
- Por supuesto, ya estoy tranquilo. Me hizo muy bien hablar contigo.
- Me alegro que así haya sido. Nos veremos mañana.
- ¿No irás al espaciopuerto a despedirlas?
- Sí claro, pero después vendré acá.
- Nos vemos mañana entonces.
Eneas salió de la habitación, y Lucas se dispuso para acostarse, pues ya era bastante tarde. Pero el asunto de su madre seguía dándole vueltas en la cabeza. Decidió que debía ser práctico y elaborar algún plan para despejar sus dudas. Estuvo pensándolo hasta bastante tarde, y cuando ya estuvo satisfecho con él, pudo quedarse dormido. Pero esa noche tampoco soñó con su madre.
Eneas no volvió sino hasta bien entrada la tarde del día siguiente. Efectivamente Lucas debía partir en tres días y Eneas estuvo bastante ocupado preparando todo lo que el Príncipe iba a necesitar. Mando a hacer los uniformes que el chico usaría a su sastre habitual, que se mostró bastante molesto por el poco plazo que se le daba. Encargó todos los útiles y materiales que debía llevar con los proveedores habituales de palacio, y algunos otros en una tienda especializada en artículos militares. Además tuvo que cancelar la matrícula de Lucas en la Academia de Ciencias y el pasaje de ambos en el Crucero a Silvana.  Finalmente compró su propio pasaje a Piros, pues no podría viajar con Lucas en el transporte militar. Esto último despertó las protestas del príncipe:
- ¡No puedes hacerme esto, Eneas! ¡No quiero viajar solo!
- No va a viajar solo, príncipe. El transporte irá repleto de cadetes como usted. Además piense como se vería un militar con chaperón.
- ¿Ni siquiera porque soy el príncipe?
- Ni siquiera por eso. Recuerde el Anemonnia, perderá sus privilegios y pasará a ser igual que sus compañeros. En este caso me imagino que menos que eso. En el ejército la antigüedad es importante. Va a segundo año, pero tendrá el mismo estatus que los de primero, lo que me recuerda que le pusieron de condición que debe nivelarse con sus compañeros de clase. Eso significa que deberá estudiar de manera especial algunas materias que no vio el año pasado en el Colegio Protocolar. Deberá dedicar a ello dos horas cada tarde y perderá un sábado de salida semana por medio - al ver la cara de Lucas añadió: - No se preocupe, sólo será el primer semestre.
- Como si eso fuera poco...
- Trate de animarse y hacerse a la idea. Estoy seguro que igualará su desempeño en Nixia.
- Bueno, ojalá. Pero no me has contado como te fue en el espaciopuerto. Espero que le hayas llevado mis disculpas a Diana y su madre.
- No me pareció necesario, ya le dije que no es su culpa. Pero sí le dije a mi hija que le deseaba buen viaje. Diana le manda un abrazo y espera que no lo maltraten mucho en Piros.
- Yo también lo espero.
Rápidamente llegó el día que Lucas debía partir, y el chico se encontraba preparado. Ya no se sentía ansioso ni triste por el viaje. Se había hecho a la idea e incluso tenía buenas expectativas del año de estudios que iniciaba. Cuando Eneas fue a despertarlo, él ya se encontraba vestido. Llevaba algo ligero, pues sabía que tendría que cambiarse de ropa antes de abordar el transporte. El equipaje se encontraba listo, así que después de un breve desayuno abordaron el deslizador de superficie asignado y emprendieron la marcha escoltados por cuatro vehículos de la Guardia Imperial. Lucas notó que no tomaban el mismo camino que recordaba del año pasado.
- ¿No vamos al espaciopuerto, Eneas?
- No, Alteza. El transporte despega desde la Base del Comando Central del Ejército Imperial en Alfa. Me parece que nunca ha ido usted allí. Está en las afueras de la ciudad, en el lado opuesto del espaciopuerto, y bastante más lejos del centro.
La caravana salió de Ciudad Capital y avanzó por un par de horas por un paisaje que pronto se tornó árido. Lucas miraba entusiasmado por la ventanilla, como siempre hacía en las pocas ocasiones que tenía de salir de la ciudad, y con mayor razón ahora, que no conocía esa zona. Pudo ver que atravesaban dos puestos de control sin ser detenidos. Al acercarse a un tercero se dio cuenta que una alarma roja parpadeaba en el tablero del deslizador. Más adelante había una barrera láser flanqueada por dos autómatas enormes de aspecto amenazador, con armas apuntado hacia ellos. Sin embargo el conductor no disminuyó la velocidad. Casi al llegar la alarma se tornó verde y dejó de parpadear y vio que la barrera desaparecía un segundo antes de atravesarla. Lucas se dio vuelta para ver como la dejaban atrás y se dio cuenta que todos los vehículos de la Guardia Imperial se habían detenido y la barrera láser les cerraba el paso.
- ¿Pasa algo, Eneas? - preguntó a su mayordomo. - La guardia ya no nos sigue, y aún no entro en el Anemonnia.
- No se preocupe, Alteza. Lo que sucede es que desde aquí tiene jurisdicción el Ejército, y ellos se harán cargo de su seguridad. Mire al costado del deslizador
Lucas miró por la ventanilla, pero no notó nada raro. Entonces levantó la vista y vio un enorme vehículo militar volando a su lado. Era alargado y estaba impulsado por enormes turbinas que apuntaban al suelo, aunque no emitían ningún sonido perceptible desde dentro del deslizador. Miró por la ventanilla del otro costado y vio otro vehículo igual. Escoltados de esa manera pronto llegaron a una amplia colección de edificios bajos, en medio de los cuales se encontraba la nave más grande y voluminosa que Lucas hubiera visto, aparte de los cruceros espaciales, claro.
El deslizador del Príncipe se estacionó frente a lo que parecía el edificio principal del complejo. Cuando descendió, lo esperaba un grupo de soldados en uniforme de parada, que lo saludaron en forma marcial. Siguieron al oficial a cargo hacia el interior, que los condujo a un amplio salón de ceremonias completamente vacío. Dentro se encontraba otro destacamento custodiando una pequeña tarima donde los esperaba Justus Bare, Sumo Sacerdote de la Catedral del Sol de Alfa Antiqua, junto a dos acólitos. A diferencia del año anterior. Lucas ya sabía lo que debía hacer, así que la Ceremonia del Anemonnia se desarrolló sin risas ni pausas. Después de despojarlo nuevamente de su camisa, pantalones, zapatillas, anillo, collar, privilegios y derechos reales, Justus Bare volvió a revolverle confiazudamente el cabello como despedida, dejando al príncipe otra vez incómodo en ropa interior esperando que Eneas le diera algo para vestirse. Su mayordomo le pasó la amplia maleta que había estado cargando y le indicó un pequeño cuarto a un costado del salón. Lucas entró y vio que había un espejo en que se reflejaba de cuerpo entero. En la maleta estaba el uniforme de parada de cadete de la Academia Militar, incluyendo la gorra y el espadín que le había dado el emperador. Se vistió y por supuesto todo le quedaba a la perfección. Se miró en el espejo y complacido le costó reconocerse. Cuando salió del cuarto, Eneas le dijo:
- Vaya, Lucas, te ves como todo un príncipe. Un digno oficial del Ejército Imperial.
- Pero sólo soy un cadete, ¿no es cierto?
- Así es, pero por algo se empieza. Ahora salgamos de aquí.
Al cruzar una de las puertas de salida se encontraron con una multitud de cadetes y padres que se despedían de manera bulliciosa. Se dirigieron hasta la puerta 9 que tenía asignada y fue rápidamente llamado a formarse por el oficial que ahí se encontraba, por lo que tuvo una corta despedida de manos con Eneas. Se puso en medio de una larga fila doble de chicos vestidos igual que él y, sin mucha coordinación, marcharon por el patio exterior en dirección a una rampa que los condujo al interior de la enorme nave, al mismo tiempo que una decena de filas iguales lo hacían por otras tantas rampas, por lo que nadie de los que los despedía desde el exterior podía decir quien era príncipe y quien no, a pesar de que todos lucían igual de bien en uniforme de cadete.

© 2012 Marcos Scotti D.

jueves, 5 de enero de 2012

Capítulo 4

Primero quiero desearles a todos un muy feliz año 2012, que sea próspero y que no se acabe el mundo. Con mucho trabajo y muchas celebraciones no me he dedicado mucho a la escritura. Además este capítulo se me fue llenando de cosas y al final resultó el más largo que he escrito, aún considerando el libro anterior. Así que está lleno de eventos significativos, y como siempre, lo más importante al final.


Capítulo 4: La Primera Fiesta de Cumpleaños

El tiempo se apuró como siempre se apura cuando no se desea, y rápidamente se acercó el fin del verano. Lucas no soñó con su madre en varias semanas, lo que lo tenía muy triste. Quería disculparse con ella por la manera como le había hablado, y principalmente por haber dudado de su existencia. Si bien la teoría de Eneas parecía bastante lógica, sus sentimientos le decían lo contrario, y decidió dejarse guiar por ellos. Trató de seguir con su rutina, sin volver a mencionarle el tema a su mayordomo, pero aún continuaba deprimido. Siempre sus actividades deportivas conseguían levantarle algo el ánimo, y él trataba de parecer alegre frente a sus amigos, pero pese a sus esfuerzos no pudo evitar que ellos notaran que algo andaba mal con él.
- Creo que deberíamos preguntarle a Diana si sabe algo – dijo Jan mientras se vestía después de ducharse. Recién habían terminado su habitual práctica de pelota y se encontraba en los camarines junto a Fran y Rigo, que también se vestían. Lucas había ido al muro de escalada junto a Diana. - Ella siempre habla con él y quizás le haya dicho algo. Lo que sea que le pase lo tiene muy extraño.
- Es buena idea – respondió Rigo mientras se ponía una camisa, - pero debemos esperar el momento apropiado. Últimamente no se separan.
- Eso será sencillo – intervino Fran. - El viernes, cuando termine el partido, tú se llevarás a Lucas con alguna excusa. Entonces Jan y yo la interrogaremos.
- Me parece muy bien – continuó Rigo. - ¿Pero qué le digo a Lucas?
- Ya se te ocurrirá algo – concluyó Fran.
El viernes después del partido Rigo le pidió a Lucas que le diera algunos consejos para mejorar su juego, excusa bastante creíble considerando la poca destreza del chico para el deporte, mientra sus dos amigos tomaban de los brazos a la sorprendida Diana y la apuraban hasta las bancas detrás de los camarines exteriores.
- ¡Hey! ¡¿qué se traen ustedes?! - exclamó la chica.
- Disculpa el modo – respondió Jan, - pero queremos hablar contigo sin que Lucas se dé cuenta.
- La verdad estamos preocupados por él – continuó Fran. - Hace un tiempo que lo vemos decaído, algo triste creemos, y pensamos que tú podrías saber qué le pasa.
- Bueno, sí, mas o menos – respondió Diana, ya calmada viendo la preocupación de los chicos. - Creo que tiene que ver con su madre. Ustedes saben lo de sus sueños y me parece que algo con eso le molesta. Él me cuenta muchas cosas, pero estoy segura que también se guarda unas cuantas.
- Pero, ¿qué podríamos hacer para ayudarlo, o por lo menos para levantarle el ánimo? - pregunto Jan.
- Bueno, no lo sé. Él es muy reservado con eso. No creo que sea buena idea meternos allí – la chica pensó unos instantes - ¡Ya sé! Sólo faltan dos semanas para su cumpleaños...
- ¿Y estaremos invitados a su fiesta en el palacio? - interrumpió Fran.
- No entiendes - continuó Diana, – no hay ninguna fiesta en el palacio. Nunca ha tenido una, sólo ceremonias oficiales y el desfile militar.
- Lo hemos visto, siempre lo transmiten por la red. Es muy aburrido – dijo Fran.
- Lucas opina lo mismo – dijo la chica. - No es una fecha alegre para él, sólo hace que se ponga triste. Lo he visto desde que lo conozco. Pero nosotros vamos a cambiar eso.
- ¿Cuál es tu idea? - preguntó Jan.
- Pues organizarle su primera fiesta de cumpleaños – respondió Diana con el rostro iluminado.
- Es una gran idea – dijo Jan, - eso seguro lo animará.
- Pues no creo que la Guardia Imperial nos deje entrar en el palacio para hacerlo – dijo Fran.
- No lo haremos ahí, avispado – continuó Jan, captando la idea de la chica. - Lo haremos aquí en el gimnasio. No creo que haya problema para que nos presten una de las salas de estar. Dos semanas es suficiente anticipación para organizarnos.
- Es cierto – continuó Diana, - pero tendremos que hacer la fiesta antes. En los días de su cumpleaños prácticamente no tiene un momento desocupado, con ceremonias y visitas protocolares. Él realmente odia eso.
- Entonces tendremos que hacerlo el próximo viernes – siguió Jan – después del juego de pelota. Una semana tendrá que bastar.
- No es tan complicado – replicó Diana. - Seguro que mi padre nos puede ayudar.
Y así fue. Eneas se encargó de conseguir un salón del gimnasio y los chicos se repartieron la tarea de conseguir los comestibles y adornos, quedando para Diana la tarea de elegir un pastel de cumpleaños. Se abocaron con entusiasmo a su nuevo proyecto, seguros de sacar de esa manera a Lucas de sus preocupaciones, llegando incluso a pensar que ésa era la principal causa de su tristeza.
Pero el príncipe no olvidaba el verdadero motivo. La mañana del martes no podía concentrarse frente al visor flexible con que trataba de cumplir los estudios que le había asignado su tutor de lenguaje, y casi contra su voluntad ingresó las palabras “TRANSMISIÓN SENSORIAL” en el buscador del portal privado del Palacio. Fue muy grande su sorpresa cuando el buscador le devolvió el mensaje “0 Coincidencias Encontradas”. Pensó unos instantes, y decidió buscar directamente en un conocido portal de ciencias. Buscó de diversas maneras. Cuando se acercaba al tema, invariablemente aparecía el mensaje “La Página No Puede Mostrarse”. Después de varios frustrantes intentos, decidió preguntar a su tutor de matemáticas, cuya clase venía a continuación, y de paso ahorrarse la excusa por no hacer los ejercicios de álgebra que tenía como deber.
- No entiendo su pregunta, Alteza – dijo su tutor - ¿A qué se refiere con que no hay ningún resultado?
- Bueno – respondió Lucas, - a qué busco un tema determinado y no obtengo nada, como si estuviera bloqueado.
- Pues probablemente sea eso mismo, Alteza. Seguro que el sistema de red del Palacio tiene varios filtros activos – el tutor lo miró con suspicacia - ¿No estará tratando de ver algo, digamos, poco apropiado?
- ¿A qué se refiere?
- No lo sé, algo así como... pornografía.
- ¡No, claro que no! - exclamó Lucas sobresaltado. La insinuación lo había tomado completamente por sorpresa y de súbito se sintió muy avergonzado, aún cuando sus únicas referencias sobre ese tema eran algunas conversaciones clandestinas con sus amigos en el Colegio Protocolar. - Mejor comencemos con las ecuaciones.
- Lo que usted diga, Alteza.
Pero las palabras de su tutor lo dejaron aún más intranquilo. Se preguntaba qué motivos habrían para que la red del Palacio filtrara ese tema en particular. ¿Tendrían finalmente razón Eneas y la Cofradía en su teoría? Definitivamente Lucas ya no sabía que pensar.
Todas estas preocupaciones hicieron que el príncipe no se diera ninguna cuenta de lo que tramaban sus amigos, por lo que las excesivas precauciones que tomaban los chicos por mantener el secreto en realidad estaban de más. Las coordinaciones a espaldas de Lucas con los funcionarios del gimnasio fueron muy rápidas, y cuando llegó el viernes ya estaba todo preparado. Sin embargo no sospechaban que antes tendrían una experiencia deportiva totalmente inesperada. Al presentarse esa mañana en la cancha para la habitual práctica de pelota, se encontraron con que otro equipo estaba esperándolos, perfectamente uniformados. El señor Verde, el entrenador de los chicos, se les acercó y les dijo:
- Les tengo noticias, chicos. Un destacamento de cadetes de la Academia Militar de Piros se encuentra de visita en Ciudad Capital, y cuando supieron que el príncipe practicaba pelota en nuestro gimnasio, solicitaron tener un partido contra nosotros. El Emperador lo autorizó esta mañana, supongo que su Alteza lo sabía – miró a Lucas quien no respondió, pues como siempre su padre no le había comunicado nada. - Será una buena experiencia para ustedes. Jueguen como siempre y diviértanse. Yo seré el árbitro.
Entre los murmullos de sus compañeros, Lucas se acercó al centro de la cancha, pues como indicaba el protocolo, era el capitán del equipo. El capitán de los cadetes, nativo de Piros como indicaba su cabello pelirrojo, lo saludó con una reverencia:
- Es un gran honor para nosotros poder jugar con usted esta mañana, su Alteza. Permítame presentarme. Mi nombre es Maximus Fedorus, Subteniente de Infantería del Ejército Imperial, Cadete de la Academia Militar de Piros - al ver la cara de Lucas al escuchar el nombre le dijo: - Conoció a mi hermano Julius en el Colegio Protocolar de Nixia.
- Sí, claro, lo recuerdo, un buen amigo... después de todo, – sin inclinarse continuó con las fórmulas de protocolo - el honor es mío, Subteniente. Espero que su estadía en Alfa sea de provecho, y que tengamos un juego limpio.
- Por supuesto, Alteza – terminó diciendo con una reverencia.
Los equipos se retiraron a sus respectivos lados. Al pasar Lucas junto a Fran, éste dijo:
- Bueno, no puede ser muy difícil.
Pero lo era. Rápidamente los siete cadetes demostraron su mayor disciplina y preparación física, pasando adelante en la cuenta. A pesar de su destreza, Lucas fue constantemente anulado por un fuerte defensa nixiano que no se le despegaba de su lado, y lo hacia caer al césped frecuentemente con cierta sombra de placer en los ojos. En un principio los cadetes subestimaron la habilidad de Diana, lo que le permitió a la chica embocar un par de tantos en el pequeño arco circular que levitaba a medio metro del suelo, en el lado de los contrarios. Pero éstos rápidamente recuperaron su ventaja, y la ampliaron. Al final de ambos tiempos de treinta minutos, los cadetes habían arrasado por nueve tantos a tres, dos de Diana y uno de Lucas.
Los chicos se retiraron con desazón, después de despedirse cordialmente de los vencedores. Mientras Lucas se dirigía a los camarines, Jan con la cabeza le indicaba a Diana, Fran y Rigo que lo siguieran.
- ¿Está todo listo? - preguntó Diana a los chicos.
- El salón está dispuesto con comida y algunos adornos, pero no pusimos muchos – contestó Rigo.
- ¿Por qué? - volvió a preguntar Diana.
- No lo sé. Nos pareció algo... infantil – dijo Rigo. - Después de todo son trece años, y él es príncipe, habrá ido a muchas recepciones elegantes.
- Estoy seguro que le gustará lo que hicimos – intervino Fran. - Es una lástima lo del partido. Probablemente estará más desanimado todavía.
- Pues eso hará que la sorpresa sea mayor – dijo Diana.

Lucas se extrañó de no encontrar a sus amigos en el camarín. Tomó de su casillero sus zapatillas de escalada, su arnés y se dirigió al muro. Mayor fue su extrañeza al no encontrar a Diana ahí, ya que la chica siempre llegaba primero que él. Supuso que pronto aparecería y se dispuso a preparar el equipo de seguridad mientras la esperaba. En ese momento apareció Rigo corriendo muy agitado. Con la respiración entrecortada dijo:
- ¡Lucas... rápido... vamos...! - lo tomó del brazo y comenzó a tironearlo - ¡vamos... rápido...!
- ¡Cálmate, cálmate! - Lucas no entendía que pasaba, y trataba que Rigo se tranquilizara. - Cuéntame que pasa.
- ¡Diana... Diana...! - lo seguía tironeando.
- ¿Qué pasa con Diana, cuéntame? - Lucas estaba preocupado y se le notaba en la cara.
- Entramos... al salón... - Rigo seguía muy agitado – Diana... fue muy rápido... mucho... vamos... vamos...
Lucas no esperó más y salió corriendo junto a Rigo. El chico, aunque no era muy buen deportista, corría muy rápido. Condujo a Lucas hasta uno de los salones donde entró sin disminuir su velocidad.
- ¡¡¡SORPRESA!!!
El grito de los que se encontraban dentro hizo saltar a Lucas, sin entender lo que pasaba. Fran aprovechaba la cara de Lucas para tomarle unas imágenes con una cámara holográfica de bolsillo. Allí también se encontraban Diana, Jan, Eneas y varios chicos que jugaban pelota con él, y que ya eran bastante cercanos. Rigo se reía tratando de recuperar el aliento mientras el resto se acercaba al príncipe.
- Feliz cumpleaños, Lucas – le dijo Diana acercándose y abrazándolo. Los demás hacían lo mismo.
- Pero... pero.. aún no es... mi cumpleaños – respondió Lucas tartamudeando.
- Sus amigos quisieron celebrarlo ahora – dijo Eneas acercándose – para poder estar con usted.
- Gracias... no debieron – Lucas no sabía que decir. Sus ojos empezaron a brillar.
- Pues apaga tu pastel antes que te pongas sentimental – intervino Jan. Apareció un pastel de crema con trece velas azules encendidas, y lo pusieron frente al chico.
- ¿Qué debo hacer? - preguntó.
- Pues sopla y apágalas – dijo Fran, apuntándolo con la cámara.
- Por supuesto – dijo Lucas, y después de un breve titubeo dio un fuerte soplido, algo exagerado, y todas las velas se extinguieron.
Todos aplaudieron con algarabía y alguien encendió un amplificador de sonido de donde se escuchaba el grupo de moda en Alfa en esos días. Lucas siguió recibiendo abrazos y felicitaciones. Pronto empezó a recibir los regalos de sus amigos, los que abría con entusiasmo, ya mucho más relajado. Recibió libros de pantalla flexible, unos discos de música y cosas por el estilo. Mientras los demás chicos conversaban, Diana se le acercó y le entregó un pequeño paquete envuelto en un sencillo pero hermoso papel impreso. Lucas lo abrió con cuidado. No reconoció el objeto.
- Es una navaja plegable – le dijo Diana. - Tiene un filo cerámico que no necesita afilarse y un pequeño haz láser para iluminar y calentar.
- Y está grabada – dijo Lucas, mirando la inscripción al costado del cuerpo de la navaja. Decía “Para Mi Amigo Soñador”. El chico lo miró durante un momento - Gracias – fue lo único que pudo decir.
En ese momento se acercó Eneas y lo animó a integrarse a la celebración. Lucas lo hizo, sintiéndose más feliz de lo que había estado en mucho tiempo.

La celebración transcurría con mucho entusiasmo, y se escuchaban risas por sobre la música a cada momento en los distintos grupos de conversación que se habían formado. De pronto alguien gritó, “¡Miren!”, indicando a la puerta. Todos voltearon hacia la entrada y vieron que ahí se encontraba Maximus Fedorus, el capitán del equipo de los cadetes que acababa de vencerlos, acompañado a sus espaldas de otros dos cadetes que habían jugado con ellos. Uno de ellos era el nixiano que en varias ocasiones había dado con Lucas en el suelo. Ya se habían cambiado su ropa deportiva y ahora vestían muy correctamente el uniforme de la Academia Militar, compuesto por una gorra blanca plana con visera, una chaqueta azul de cuello alto a la usanza de la época colonial del Sistema de Antiqua, un pantalón blanco recto, botas negras y un brillante espadín colgado de la cintura. Esta presencia hizo que todos callaran en el acto, e incluso alguien que se encontraba cerca del amplificador lo apagó. Fedorus miró entorno de la sala hasta que ubicó a Lucas y con paso resuelto se acercó a él, mientras el resto de los chicos se abría a su paso.
- Permiso para hablar con su Alteza – dijo el chico, inclinándose frente a Lucas, al igual que sus escoltas.
- Permiso concedido, Subteniente – los cadetes se enderezaron. - Pero por favor no sea tan formal, especialmente después de la forma como nos derrotaron en la cancha.
- Espero que eso no lo haya molestado, Alteza – lo dijo sin ninguna ironía. - Hemos venido a presentarle nuestros respetos. Escuchamos que se estaba celebrando su cumpleaños en forma anticipada, y nos pareció lo más apropiado.
- Muchas gracias, Subteniente. En realidad se trata de una celebración informal, que organizaron mis amigos de sorpresa.
- Siempre es conveniente tener buenos amigos, que se preocupen por uno, Alteza. Créame que en la Academia uno puede tener de los mejores, incluso de los que se sacrificarían de ser necesario.
- Estoy seguro de eso, Subteniente. Pero dígame, ¿qué los trae a nuestro planeta? Suponía que los cadetes también estaban de vacaciones durante el verano.
- Y así es efectivamente, Alteza. Pero nuestra patrulla fue requerida por la Dirección de la Academia para cumplir una serie de formalidades en Alfa.
- Espero que tengan mucho éxito con eso, Subteniente. Y vuelvo a agradecerle por sus saludos.
- Gracias a usted, Alteza. Ahora nos retiraremos. Debemos seguir cumpliendo con nuestros compromisos en Alfa. Ha sido un honor conocerlo.
El cadete extendió la mano a Lucas para despedirse, lo que sorprendió mucho al príncipe, porque estaba totalmente fuera de protocolo, pero entendió el gesto cuando, al estrecharle la mano, sintió el discreto gesto con el meñique con que se identificaban los miembros de las cofradías cuando se saludaban. Fedorus continuó hablando:
- Estoy seguro que podremos conversar más extensamente en nuestros próximos encuentros. Con su permiso.
El cadete hizo el saludo militar llevando su mano a la visera, dio media vuelta, y se dirigió a la puerta seguido de sus dos escoltas, que no hablaron ni una palabra durante toda la entrevista. Lucas se lo quedó mirando mientras salía del salón, y dijo, más para sí mismo que para los que lo escuchaban:
- ¿Qué habrá querido decir con...
- ¡Bueno, qué siga la fiesta! - grito Fran desde atrás, lo que sacó al príncipe de sus pensamientos. Alguien volvió a encender el amplificador y todos pudieron seguir conversando y riendo hasta que llegó la hora de retirarse. Se fueron muy alegres hasta sus hogares, especialmente Lucas, quién ya no estuvo tan desanimado durante los días que siguieron.

Finalmente llegó el día del cumpleaños de Lucas. Como todos los años, esa mañana se realizó la breve recepción en que el personal de servicio del palacio lo saludaba y le deseaba una larga y exitosa vida. En esta ocasión el ambiente fue más alegre que los años anteriores, pues el Príncipe había llegado a conocer bien a varias de las personas que lo servían, especialmente a los que trabajaban en la cocina, donde con sorpresa lo habían descubierto en varias ocasiones preparándose él mismo algún bocadillo para comer, e incluso lavando los utensilios que había usado. Cuando le decían que no tenía por qué molestarse en hacerlo, él respondía que no era ninguna molestia y que tenía bastante práctica en ello. Eneas no podía evitar sonreír cuando lo escuchaba. Durante la tarde, como todos los años, se realizó el gran desfile militar en honor del Príncipe. Esta era una ocasión festiva para la mayor parte de la población de Ciudad Capital, aunque había muchas personas que comentaban que no tenían muchos motivos para celebrar. Coincidentemente, aunque por razones muy diferentes, Lucas tampoco se sentía muy alegre y se aburría a morir sentado en el amplio palco oficial desde el que completaba el desfile. De pronto le llamó la atención un pequeño destacamento que pasaba en ese momento frente a él, saludándolo a la usanza militar. Reconoció en seguida el uniforme, la gorra característica y el espadín a la cintura de los cadetes de la Academia Militar de Piros con los que había jugado pelota unos días atrás. Le habría gustado agitar sus manos para saludarlos, y quizás gritarles algo, pero sabía que no podía hacerlo sin causar una crisis de protocolo y la vergüenza de los cadetes. Los siguió con la vista, reconociéndolos individualmente, hasta que pasaron y se perdieron a la distancia. Entonces Lucas miró a su alrededor y volvió a notar que se encontraba completamente solo, excepto, claro, por el destacamento de la Guardia Imperial que lo seguía a todas partes. No había podido dejar de notar que el número de guardias era inusualmente alto para ocasiones como esa, y se empezaba a preguntar por qué. De pronto los vítores de la multitud lo sacaron de sus meditaciones y vio que su padre entraba como todos los años a la fría ceremonia en que le entregaba su regalo de cumpleaños. El Emperador venía acompañado de sus guardias y de algunos de sus asistentes de costumbre. Le llamó la atención un hombre que no había visto antes, vestido con el uniforme de los altos oficiales del Ejército Imperial de Antiqua. Como de costumbre su padre se le acercó y le entregó un regalo elegantemente envuelto. La caja era más grande que lo habitual, pero como siempre no despertó ninguna curiosidad en el príncipe. Sorpresivamente, y saliéndose de todo protocolo, su padre le hablo:
- Lucas, quiero presentarte al General Héctor Alaksando – dijo indicando a su acompañante. El general lo saludó haciendo una reverencia:
- Felicidades por su cumpleaños Príncipe, espero que esté disfrutando el desfile. - Lucas devolvió el saludo inclinando levemente la cabeza, como indica el protocolo, pero no dijo una palabra.
- El general está de visita en Alfa por estos días y quise presentártelo, – continuó su padre – pues él será tu comandante durante este año. - Las palabras del emperador tomaron por sorpresa a Lucas, y no acabó de asimilarlas bien. Sólo atinó a preguntar:
- ¿Será mi qué?
- Tu comandante – respondió su padre. Saliéndose también del protocolo, y con la cara llena de incredulidad, Lucas se puso a abrir rápidamente el regalo que había recibido. Sus sospechas quedaron confirmadas cuando en el interior encontró un espadín y una gorra de cadete del Ejército Imperial de Antiqua. El emperador continuó – El general Alaksando es Comandante y Director de la Academia Militar de Piros, donde continuarás tus estudios.

© 2012 Marcos Scotti D.

martes, 6 de diciembre de 2011

Capítulo 3

Ahora sí, de lleno en la trama. Sin más que agregar, los dejo con el capítulo.



Capítulo 3: Ondas Cerebrales



El calor fue aumentando progresivamente a medida que el verano avanzaba. Los días de Lucas se dividían entre sus estudios durante las mañanas y sus nuevas actividades deportivas en las tardes. Aunque tenía todo su tiempo ocupado, el recuerdo de su último sueño no se alejaba de su cabeza. Trataba de encontrarle algún significado, pero estaba totalmente desconcertado. Se preguntaba si era un sueño premonitorio, como había sabido en Nixia que podían ser los sueños, o si tenía algún significado más profundo, como una metáfora o una advertencia.

En cierta medida las tardes en el gimnasio hacían que olvidara momentáneamente sus preocupaciones. Tres veces por semana jugaba pelota con sus amigos y otros chicos del club, previamente chequeados por la Guardia Imperial. Aunque algunos padres se quejaron, en general no había problemas con las nuevas medidas de seguridad implementadas, y entre los que frecuentaban la cancha Lucas rápidamente fue adquiriendo fama de gran jugador. Los días que no veía a sus compañeros la pasaba escalando en el muro con Diana. Era la actividad que más disfrutaba. Aunque la chica era su compañera de juegos desde hacía varios años, los últimos días los habían hecho acercarse de otra manera. Lucas sabía que podía confiar en ella para cualquier cosa, y había llegado a contarle sus temores más profundos, incluidos sus sueños.

- Pues a mí se me parece que el fuego algo debe significar – le dijo Diana cuando el príncipe le contó el último encuentro con su madre. - Obviamente la carrera tiene relación con el gimnasio, pero el fuego es el mensaje central del sueño.

- ¿Qué quieres decir con “mensaje central”? - preguntó Lucas.

- Bueno, creo que tiene algún significado de importancia. El paisaje no se incendia porque sí en la realidad, ni creo que te vayas a quemar con nada. Me parece que se refiere a ti huyendo de tus problemas o preocupaciones, los que finalmente te alcanzan, me parece. Quizás tenga algo que ver con los totemos.

- La verdad ni me he acordado de ellos últimamente. No lo sé, no creo que tenga que ver con mis problemas, de hecho por primera vez la paso tan bien un verano. Debe ser otra cosa.

- Lo que sea no lo dilucidaremos ahora – dijo Diana incorporándose, - además es mi turno de escalar, así que asegura bien esa cuerda, si no quieres que me caiga.

Lucas siempre finalizaba su día solo en el gimnasio, con varias vueltas de nado en la piscina temperada. De esa manera lograba relajarse y tranquilizar su cabeza. Sentía como su cuerpo iba fortaleciéndose sostenido por el agua a medida que avanzaba, y como sus preocupaciones se iban al fondo. Pensaba en su madre de manera afectuosa, y en Diana, y Eneas, y sus amigos, y reflexionaba sobre la manera que su vida había cambiado desde que viajo a Nixia hacía un año.

Fue durante una de esas sesiones de natación en solitario que Lucas recibió la visita de su mayordomo Eneas. Pero no venía solo. A través del agua que le pasaba por la cara durante la brazada de crol, el príncipe pudo distinguir dos figuras que acompañaban a su mayordomo y en seguida reconoció de quienes se trataba.

- ¡Walter! ¡Gastón! - les gritó desde el agua, mientras nadaba hasta la orilla. - ¡Qué sorpresa que estén aquí! ¿Cómo hiciste que entraran Eneas? Pensé que la Guardia tenía controlado el acceso mientras estaba aquí.

- Pues la Cofradía Solar también tiene sus contactos, Príncipe, y buenos amigos en la administración de este gimnasio – intervino Gastón mientras Lucas salía de la piscina y tomaba una toalla. - Me alegro de volver a verlo, ha crecido mucho desde la vez que lo conocimos.

- Gracias, también me alegra volver a verte – respondió Lucas estrechando las manos de los hombres. - ¿Cómo se encuentras tu herida?

- Ya está curada totalmente, no fue nada comparada con el éxito que tuvimos en Nixia, gracias a usted. Pero queremos hablarle de un asunto muy importante, que pensamos que no puede esperar – dijo Gastón.

- Se trata de algo relacionado personalmente con usted – siguió Walter. - La verdad es difícil decirlo de manera que no le afecte.

- No me asusten – dijo Lucas con cara de preocupación - ¿De qué se trata? - todos se sentaron en unas bancas a un costado de la piscina.

- Walter y Gastón – intervino Eneas – realizan labores de inteligencia y logística para la Cofradía.

- Claro – respondió Lucas, - como sacar el totemo que encontramos en Nixia, ya me había dado cuenta de ello.

- Sí – continuó Eneas – pero después de eso les encargué que hicieran una investigación. La verdad quedé muy preocupado con lo que me contó sobre los sueños con su madre – Lucas se movió en su asiento, - no quiero que se moleste, pero como usted mismo dijo, esos eran algo más que sueños. La exactitud de la información que le daba no podía ser casualidad, y yo la verdad no soy muy supersticioso. Pensé que debía existir alguna explicación lógica.

Lucas lo miró muy contrariado. No le gustaba que la poca gente a la que le había hablado de sus sueños con su madre cuestionara su veracidad. Su infancia solitaria, encerrado en sus aposentos de palacio y alejado de la presencia de su padre, había sido más soportable gracias a las visitas que le hacía la fallecida emperatriz por las noches. Ella realmente lo había tratado como a su hijo, lo había consolado cuando estuvo triste y lo había aconsejado en sus momentos de duda. Era muy cariñosa con él, y Lucas pensaba que de alguna manera había encontrado la manera de no dejarlo solo. La explicación de este hecho no le preocupaba en realidad, y sólo se alegraba de que ocurriera. Por otro lado entendía que Eneas tuviera dudas. Además sabía que la única preocupación de su mayordomo era su seguridad, así que dijo:

- Entonces, ¿encontraron alguna explicación?

- Bueno, tenemos una sospecha – dijo Walter. - Supongo que nunca escuchó hablar del Proyecto Delta.

- No, nunca hasta ahora – respondió Lucas.

- Bueno, hace unos siete años empezaron a correr extraños rumores en ciertos círculos intelectuales y científicos – dijo Gastón. - Se decía que el Ejército Imperial estaba realizando experimentos con algo llamado Transmisión Sensorial. Los que supieron de esto comenzaron a llamarlo Proyecto Delta, pero en realidad no se sabe el nombre real. Al parecer se trata de un aparato que emite ondas que se sincronizan con las ondas cerebrales de una persona o de un grupo de personas. Se supone que modulando estas ondas se podría inducir sensaciones como miedo o euforia.

- El objetivo del ejército habría sido usar el aparato como arma, induciendo miedo en las tropas enemigas, y euforia y valor en las filas propias – continuó Walter. - Se dijo que los experimentos tuvieron cierto éxito, por lo que continuaron avanzando en sus investigaciones. Incluso se rumoreaba que había llegado a transmitir imágenes al cerebro de los receptores, provocando alucinaciones.

- Hace unos días averiguamos que en el planeta Piros existió un laboratorio del ejército dedicado a la investigación neurológica – siguió Gastón. - Cuando tratamos de obtener mayor información encontramos cerrados todos los canales. No sólo se trataba de la confidencialidad habitual de los asuntos militares, sino que había desaparecido toda mención a ese laboratorio de todas las fuentes oficiales. Era tal la falta de información que llegamos a pensar que el laboratorio era sólo un mito.

- Pero gracias a algunos contactos de la Cofradía – intervino Walter - pudimos entrevistar a tres ex-soldados que decían haber sido voluntarios en esos experimentos. Las coincidencias en sus relatos, sin ninguna contradicción, nos hizo creer que que lo que relataban era verdad. Básicamente corroboraban los rumores. Obviamente no tenían mayor información que su propia experiencia, pero nos dijeron que el encargado de los experimentos era un científico con un nombre clave.

- Le llamaban Profesor Z, y al parecer era bastante despiadado – siguió Gastón. - Lo otro que nos dijeron es que hubo un accidente bastante grave, aunque no tenemos ningún detalle de él, pero como resultado el laboratorio se cerró, y no quedó ningún rastro de él en Piros.

- ¿Y por qué en Piros? - preguntó Lucas.

- El planeta Piros es la base principal del Ejército Imperial- intervino Eneas. - Allí se encuentra el grueso de las tropas y el equipamiento militar. Está la base del estado Mayor, los cuarteles de inteligencia, las fábricas de armamento y los talleres de reparación. También los laboratorios de investigación y los centros de entrenamiento.

- Y también la Academia Militar, eso lo sé - dijo Lucas. - Pero, ¿qué tiene que ver con mis sueños? -preguntó, aunque adivinaba la respuesta.

- Nuestra sospecha, y ahora entramos en el terreno de la especulación – dijo Gastón – es que los experimentos siguieron avanzando en otro laboratorio, y lograron transmitir mucho más que imágenes estáticas.

- ¡Claro! - interrumpió Lucas, con la molestia reflejada en su rostro y en su voz – y piensan que mis sueños son transmisiones enviadas a mi cerebro no sé con qué fin.

- Sólo es una suposición, Alteza – se apresuró a decir Walter.

- Entienda que es una explicación bastante plausible – dijo Eneas – y hasta ahora la única que tenemos. Creemos que lo hicieron para inducirlo a encontrar el totemo en Nixia.

- ¿Qué lo hicieron? - Lucas levantó la voz ya francamente enojado – ¿y quiénes lo hicieron?

- Creemos que su padre....

- ¡Basta! - gritó Lucas mientras se levantaba y caminaba en dirección a los camarines - ¡No quiero seguir escuchando!

- Pero su Alteza...

- ¡Dije que no quiero seguir escuchando!

Lucas salió rápidamente del área de la piscina mientras Walter, Gastón y Eneas lo miraban. Se vistió y salió directamente en dirección al deslizador que lo esperaba afuera, sin despedirse de ningunos de los empleados del gimnasio. Ya en camino a palacio comenzó a serenarse, pero no podía dejar de pensar en la conversación. ¿Cómo podían decir que su madre era sólo una transmisión para tratar de influenciarlo? Ellos no tenían idea cómo era ella, cómo eran sus encuentros, cómo lo trataba. Pero, por otro lado, ¿qué sabía él? ¿acaso tenía alguna idea de cómo podía ser que ella estuviera a su lado? ¿acaso su padre no era capaz de eso? Esperaba que no, pues ese sería el desprecio definitivo de él, usar sus sentimientos y su soledad sólo para conseguir sus objetivos. Pensó que no lo conocía lo suficiente para responder esa pregunta. Se dio cuenta que su imagen de su padre estaba construida más bien en base a sus propias esperanzas, aunque también en base a lo que había sabido en Nixia ¿Era su padre en realidad un tirano? Su propia experiencia le decía que sí, pero se negaba a aceptarlo completamente.

Lucas llegó a palacio y fue directamente a su cama, rechazando la cena que ya se encontraba servida en su comedor particular. Sumido en sus pensamientos tardó mucho en dormirse a pesar del cansancio que le producía la gran cantidad de ejercicio que había hecho en el día. Abrió los ojos. Estaba de pié en la pradera donde habitualmente se encontraba con su madre. Pero esta vez el cielo no era azul, ni la brisa soplaba plácidamente sobre los pastizales. Negras nubes oscurecían todo, movidas por un furioso viento que arrastraba hojas y briznas de hierba. Su madre se le acercó con su vestido agitándose furiosamente.

- Lucas, hijo ¿qué te pasa?

- ¿Quién eres? - las lágrimas se asomaban por sus ojos.

- Tú sabes quien soy.

- ¿Lo sé? ¿en serio? - dijo Lucas sarcásticamente - ¿ Y cómo puede ser que estés aquí, en mis sueños?

- Eso es algo que aún no debes saber.

- ¿Por qué? ¿Acaso es cierto lo que me dijo Eneas, que eres sólo una transmisión en mi cerebro?

- No lo soy – ahora las lágrimas se asomaban en los ojos de su madre.

- Entonces dime, ¿qué eres? ¿de dónde vienes? Necesito saberlo.

- Lo sabrás en su momento, créeme. Es complicado – se acercó a Lucas, tocándole el brazo. El chico lo retiró rápidamente.

- Déjame, no te creo.. Quiero salir de aquí.

- Pero hijo...

- ¡No me digas así! ¡Quiero salir de aquí! ¡Quiero despertar!

- Despierta entonces.

Lucas abrió sus ojos. Se encontraba de vuelta en su habitación, completamente a oscuras. Inmediatamente se arrepintió de lo que había dicho.

- ¡Mamá, no, por favor vuelve! - exclamó en la oscuridad - ¡Perdóname, no quise decir eso!

Pero nadie respondió sus palabras. Cerró los ojos y trató afanosamente de dormir, lo que logró cuando ya amanecía, pero no volvió a soñar con su madre.

© 2011 Marcos Scotti D.

martes, 29 de noviembre de 2011

Capítulo 2

Bueno, después de una carga de trabajo inusualmente alta, he podido volver a dedicarle tiempo a la escritura. Es increíble y lamentable como lo urgente le roba tiempo a lo importante (lo que es importante para uno mismo, al menos). Lo bueno es que esta urgencia personal por volver a escribir me hizo avanzar mucho, y ya tengo casi listos los capítulos 3 y 4, por lo que no debería volver a tener un receso. Al menos no por ahora.



Capítulo 2: Un Verano Deportivo

Cuando Lucas ya se resignaba a aceptar que ese verano sería como todos los años, un larga estación de aburrimiento solitario en sus dependencias, sólo interrumpido por las visitas semanales de Diana, sus estudios y uno que otro compromiso oficial al que debería asistir, Eneas se presentó en su cuarto y solicitó hablar con él.
- Sabes que no necesitas pedir permiso para hablar conmigo, Eneas - le dijo el príncipe. – Espero que sigamos siendo amigos y no volvamos a la rutina de antes.
- Yo también lo espero, Alteza, pero en palacio debemos ser cuidadosos y respetar estrictamente el protocolo – respondió Eneas. - No quiero molestar a su padre, después de lo que pasamos en Nixia el año pasado. Todavía estoy sorprendido que no me haya hecho responsable de todo el peligro que corrió allá.
- Él confía en ti, supongo. A propósito ¿le dijiste que me gustaría estudiar en el Instituto de Ciencias de Silvana?
- Hace unas horas me mandó llamar para darme instrucciones, y pude decirle que me parecía una buena opción para su formación, pero no encontré prudente contarle que eran sus deseos. Tradicionalmente el heredero siempre estudia en el Colegio Protocolar de Nixia, pero como ahora eso no es posible, él debe decidir dónde irá.
- ¿Y qué respondió?
- No me dio una respuesta, pero me parece que recibió bien la sugerencia. Curiosamente dijo “siempre me ha gustado la ciencia”, pero no me atreví a preguntarle a que se refería.
- Pues parece una buena señal.
- Opino lo mismo.
- ¿Y de qué querías hablarme?
- Bueno, precisamente de las instrucciones que me dio en ese momento. Me dijo que en su juventud su padre, vuestro abuelo, lo hacía pasar sus veranos haciendo mucho deporte, porque ayudaba a contrarrestar los efectos negativos de Nixia en el crecimiento. Aunque usted ya no irá allá, el emperador opina que igual será beneficioso para su desarrollo. Me ordenó que me contactara con el Club Olimpia, que es un gimnasio muy exclusivo de Ciudad Capital, donde sólo asiste lo más selecto de la sociedad, y tiene muy buenas medidas de seguridad. Me indicó que debo inscribirlo en varios talleres. Nombró pelota, remo, carreras de velocidad, carreras de fondo, natación y escalada. - Al ver la cara de Lucas, Eneas se apresuró a decir: - Pero véale el lado bueno, Príncipe, podrá alternar con otros jóvenes de su edad. Me atrevo a decir que lo pasará muy bien.
- ¿Dices que podré juntarme con otros chicos? - los ojos de Lucas brillaron - ¿Y crees que puedas conseguir que admitan a alguno que yo indique?
- Le repito que es un club muy exclusivo, ¿en quién está pensando?
- Tú sabes en quienes estoy pensando. Vamos, no me mires así, alguna ventaja debe tener ser el príncipe. Estoy seguro que no habrá problema si dices que es mi deseo.
- Supongo que es posible, ya veremos – finalizó Eneas.

Eneas hizo los arreglos necesarios y consiguió sin muchos problemas que admitieran en el gimnasio a Jan, Fran y Rigo, los amigos de Lucas en el Colegio Protocolar de Nixia. El quinto miembro del grupo, Félix, no vivía en Ciudad Capital, sino en una comuna rural a más de seiscientos kilómetros de ahí, por lo que no podría asistir. Por supuesto que el valor de las inscripciones y las mensualidades tendrían que ser costeadas por Lucas, pues el gimnasio era demasiado caro para las familias de sus amigos; pero en eso no habría problemas, ya que Eneas manejaba la cuenta de gastos del príncipe, que disponía de dinero más que suficiente. Después que el mayordomo se entrevistó con los padres de los chicos y obtuvo el permiso, quedaron todos inscritos.
El reencuentro de Lucas con sus amigos se produjo en el gimnasio unos días después, y aunque sólo habían pasado tres semanas desde que se separaran en el espaciopuerto, fueron muy efusivos, con abrazos, saludos y bromas.
- Ya, no es para tanto – dijo Lucas ante las muestra de afectos de sus amigos, - si pasamos todo el año juntos.
- Es que ya eres parte del grupo. Además creíamos que no nos veríamos más, – respondió Rigo - como nos contaste que no volverías a Nixia.
- Pero les dije que encontraría la manera de encontrarnos en vacaciones – siguió Lucas.
- Pero tomando en cuenta lo que nos contabas de tu vida en el palacio, - intervino Fran – la verdad es que no teníamos muchas esperanzas en eso.
- Pues ya ven que me tienen que tener más confianza – replicó Lucas.
- Es cierto – dijo Jan – te las arreglaste muy bien para juntarnos.
- En realidad todo el mérito es de Eneas – contestó Lucas. - Él hizo todas las gestiones.
- A propósito – siguió Rigo - ¿dónde está ahora? Me sorprende que no esté aquí contigo. Siempre te acompaña a todas partes.
- Bueno - contestó Lucas, – vine solo en un deslizador. Es decir, solo con una patrulla de Guardias Imperiales custodiándome.
- Sí, - intervino Fran – los vimos afuera cuando llegamos.
- Claro, - siguió Jan – y este payaso los saludó cuando entramos.
- Es que me pareció reconocer a un par de Nixia, – se defendió Fran – aunque en realidad se ven todos iguales. Además no contestaron el saludo.
- De todas maneras – siguió Lucas – Eneas dijo que llegaría pronto, pues tenía que pasar a buscar algo, no me dijo qué.
- Pues yo creo que sé lo que es – dijo Rigo – pues ahí viene entrando y trae una sorpresa.
Los chicos se voltearon para ver la entrada y Lucas se sorprendió mucho cuando vio que su mayordomo venía acompañado de Diana, vestida con un uniforme deportivo que, según se dijo para sí mismo, le quedaba muy bien.
- Hola Lucas, - dijo la chica mientras se acercaba.
- Hola, - se adelantó Fran – mi nombre es Fran, y tú debes ser Diana, Lucas hablaba de tí a cada momento en Nixia.
- Bueno, me acordaba mucho allá – replicó Lucas algo avergonzado. - Ellos son Rigo y Jan, y Fran que ya se presentó – agregó indicando a sus amigos, que la saludaron. - ¡Qué bueno que hayas venido! Ha sido una gran idea, Eneas.
- Me pareció que era una buena oportunidad de que Diana conociera a sus amigos, alteza. - contestó Eneas - Además mi hija es una excelente deportista, seguro que podrán aprender algo de ella.
- Por favor, papá, me estás avergonzando – protestó Diana.
- Pero es cierto – continuó Eneas. - De todas maneras ahora tendrán oportunidad de verlo ustedes mismos, porque ya es hora que entren a su primer taller. Creo que es pelota, si no me equivoco.
Los chicos se apresuraron a ir a la cancha cubierta del gimnasio, aunque siguieron conversando alegremente. El gimnasio era un complejo bastante amplio con canchas, piscina temperada, salas de musculación, pista de carreras, salas de artes marciales, muro de escalada, fosos de tiro e incluso una pequeña laguna para nado recreativo y remo. A Eneas le pareció prudente inscribir a los amigos de Lucas sólo en pelota, remo y carreras, para evitar una sobrecarga en los chicos y demasiadas protestas del auditor de gastos de palacio. A Diana la inscribió en los mismos talleres que Lucas, pues él mismo pagaría su inscripción. Pasaron los primeros días del verano completamente sumidos en estas nuevas actividades deportivas.
El taller de pelota era el más entretenido para el grupo. Además de conocer a otros chicos, le dio la oportunidad a Lucas de demostrar las habilidades deportivas que había adquirido en las clases de Cultura Física en Nixia. A su vez Diana demostró ser mejor que sus nuevos amigos en carreras de velocidad y fondo, e incluso en remo era difícil ganarle. En escalada Lucas y Diana formaron una gran pareja, mientras uno aseguraba las cuerdas el otro subía el muro, y cambiaban después. Lucas disfrutó la natación sólo una vez que pudo aprender a nadar, lo que en realidad no le costó demasiado. El resultado era que llegaba al final del día completamente exhausto. Completamente exhausto y feliz. No recordaba otro verano tan feliz en su corta existencia. Apenas apoyaba la cabeza en la almohada se quedaba dormido. Fue al cabo de un par de semanas de actividades deportivas que soñó otra vez con su madre.
- ¡Qué bien te ves, Lucas! - exclamó la emperatriz mirando al príncipe de arriba a abajo. - No sé si lo has notado, pero has crecido mucho estas últimas semanas. Vas a ser tan alto como tu padre.
A Lucas le sorprendió mucho ver que su madre no usaba un vestido, como siempre lo hacía en sus sueños, sino que llevaba un equipo deportivo moderno, con zapatillas y todo. También se sorprendió del lugar en que se encontraban. Era un vasto espacio abierto hasta donde alcanzaba la vista. El terreno era muy pedregoso, excepto la carretera donde se encontraban, hecha de tierra compactada, completamente recta hasta perderse en el horizonte.
- ¿Por qué estás vestida así? - preguntó Lucas a su madre.
- Pues para una carrera, obviamente – respondió ella. - Sé que te gustan mucho.
Lucas se dio cuenta que él también usaba un equipo deportivo. Miró a su madre y sonriendo le dijo:
- Bueno, partamos entonces.
Lucas se echó a correr por la carretera seguido por la emperatriz, que pronto le dio alcance. Corrieron a la par sin hablar por lo que deben haber sido varios kilómetros. Lucas estaba feliz. A pesar de avanzar rápidamente, el paisaje no cambiaba y no se veía ninguna meta donde llegar. Se dio cuenta que no sentía cansancio, pero en cambio cada vez hacía más calor. El cielo fue variando su color azul, enrojeciéndose progresivamente. Su felicidad fue tornando en preocupación cuando notó un resplandor rojo en el horizonte, como si un gran incendio consumiera el suelo en la lejanía. El chico dejó de correr. Su madre se detuvo un poco más adelante.
- Lucas, ¿por qué paraste? - dijo volteando - Debes seguir corriendo.
- Hace mucho calor – respondió el chico mirando a su alrededor – y creo que el fuego se acerca.
- Lo sé, pero debes seguir corriendo.
- ¿Por qué debo seguir corriendo? - preguntó Lucas, sin entender lo que su madre quería decir.
- Lucas, escucha – dijo ella mirándolo directamente a los ojos, - cuando llegue el momento debes correr, y no detenerte por nada.
Lucas sintió que el calor aumentaba rápidamente y miró hacia atrás. Grandes llamas de fuego se acercaban. Un gran sentimiento de temor lo comenzó a invadir. Volteó para mirar a su madre, pero ella ya no se encontraba allí. Sintió las llamas encima suyo. Quiso correr pero era tarde. El calor era insoportable. Miró con terror que sus pies ardían. El príncipe despertó jadeando en la oscuridad de su cuarto.

© 2011 Marcos Scotti D.

martes, 8 de noviembre de 2011

Capítulo 1

Bien. Aquí comienzo una nueva etapa en esta tarea que me he empeñado en realizar, que es escribir una historia que pueda quedar de recuerdo para mis hijos, nietos, bisnietos, etc. y también para mis amigos, cercanos o lejanos, antiguos o nuevos. Quiero contarles que hace tiempo que no me entusiasmaba tanto en una labor, y espero que pueda transmitir eso en estos escritos.

Como corresponde al primer capítulo de una segunda parte, es básicamente de recapitulación, con algunos indicios de lo que le espera a Lucas.

Basta de preámbulos, aquí va el capítulo.



Capítulo 1: Nuevas Expectativas

El comienzo de las vacaciones no fue muy auspicioso para Lucas. Cualquiera podría pensar que en su calidad de príncipe heredero del Imperio del Sistema Estelar de Antiqua tendría en perspectiva una larga y entretenida lista de actividades para realizar, más aún tratándose de un joven en plena entrada a la adolescencia, próximo a cumplir los trece años. Pero nada más alejado de la realidad. Cuando Eneas, su mayordomo personal, y su amigo desde las aventuras que pasaron en el planeta Nixia el año anterior, le dijo que ya habían renovado el equipo de tutores que lo prepararía para el próximo año de estudios, su desazón aumentó.
- ¡Pero si pasé todo el año estudiando! Tu mismo dijiste que te había sorprendido. Pasé todas las materias y hasta saqué Sobresaliente en dos de ellas. No entiendo por qué tengo que estudiar en el verano – le dijo Lucas.
- Son los deseos de su padre, me lo dejó bien en claro en la entrevista que tuve con él cuando volvimos de Nixia – respondió Eneas. - Anímese, pienso que puede sacarle mucho provecho a esta oportunidad, si escogemos materias relacionadas con su próximo año de estudios. El Colegio Protocolar no profundiza en el estudio de las ciencias, y yo quería proponerle que considerase asistir a la Academia de Ciencias de Silvana.
- Pero en realidad yo no sé mucho de eso – contestó Lucas. Se puso a pensar en el profesor de Ciencias de Nixia, Juis Santos, pero no era por sus clases por lo que más lo recordaba, sino por el incidente con el Acta de Fundación que bien pudo costarle la expulsión del Colegio Protocolar.
- Recuerde que le fue muy bien en Astrografía – continuó Eneas. - Si mal no recuerdo es una de las materias en que sacó Sobresaliente. Además hay otras ciencias que le pueden ser de interés, como Historia o Paleontología.
- Pues no lo había pensado. Creo que la historia también me atrae, especialmente los primeros años de la fundación de Antiqua, cuando los Mensajeros trajeron los Cinco Totemos.
- Lo conozco, príncipe, y sé lo que está pensando. Quiere buscar el Totemo de los Bosques Fríos en Silvana, pero creo que ya pasó suficientes peligros con el primero. Además tenemos un equipo de la Cofradía Solar en cada planeta buscando los totemos faltantes.
- ¡Vamos Eneas, los han buscado por doce años! No habrían encontrado el de las Nieves Eternas en Nixia si yo no los hubiese ayudado.
- Eso fue porque su madre fue discípulo del Maestro que custodiaba ese totemo. Pero ella no sabía la ubicación de los otros, así que me temo que no nos pueda ayudar de la misma manera.
- Bueno, pero aún pienso que algo puedo hacer. Silvana es tu planeta natal y supongo que conoces mucha gente. Formaríamos un gran equipo.
- Qué bueno que recuerde eso, porque he pensado en algo que puede alegrarlo. Pretendo enviar a mi hija Diana a estudiar también a Silvana. Ella podrá conocer sus raíces, pues era muy pequeña cuando vinimos a vivir a Alfa. Hasta podrían ser compañeros de curso.
La noticia en realidad alegró mucho a Lucas. Diana era sin duda su mejor amiga, y aunque en Nixia conoció otros muy buenos, no pudo evitar echarla de menos. De vuelta en Alfa, esperaba con ansias los momentos en que ella llegaba a hacerle compañía. Después de las aventuras y problemas que había tenido en el Colegio Protocolar, o quizás porque estaba creciendo, Lucas ya no sentía atracción por los juegos infantiles que había compartido con su amiga, y al parecer a ella le pasaba lo mismo. Ahora pasaban la mayor parte del tiempo juntos conversando. Ella insistía que él le contase todo lo que le había sucedido el año interior, sin parar de interrogarlo. A Lucas, lejos de molestarle, se sentía muy contento, y trataba de recordar todos los detalles. Durante varias tardes de verano le contó sobre el prendedor con forma de estrella que le había dado su padre y los problemas que le trajo. También sobre su participación como representante de su amiga Gracia en el Juicio de Réplica, y la sorpresa para todos de saber que la chica provenía del planeta Eolia. Además sobre la aventura y casi tragedia en la caverna del Ursus del Parque de Tram. Incluso le contó cómo había sido perseguido y secuestrado, cómo habían escapado del satélite natural de Nixia, Gelucoria, y cómo finalmente habían descubierto la ubicación del Totemo de las Nieves Eternas. Tomó la precaución de omitir que Eneas pertenecía a la Cofradía Solar, pues al ser Eneas el padre de Diana decidió que no le correspondía hacerlo. Tampoco le contó que esa Cofradía se dedicaba a proteger el secreto de la ubicación del planeta Tierra, cuna de la humanidad, y que por eso buscaban los Cinco Totemos. En todo lo demás Diana lo escuchaba atentamente, pero no dejaba de interrumpirlo cuando no entendía algo:
- Explícame bien – le decía - eso de la cofradía de la estrella esa...
- De la Estrella Solitaria – precisó Lucas.
- ...no entiendo bien el papel que tiene en la historia, ¿sabían o no dónde estaba el totemo ese?
- No, ellos, digo nosotros, nos dedicamos más bien a cosas del colegio. No te quiero contar mucho, se supone que es secreto. Al final el totemo lo encontramos con una gran dosis de suerte, aunque me parece que la información estaba ahí, de alguna manera, escondida o perdida, no sé como expresarlo.
- Y tu madre te daba las pistas en tus sueños. Es un poco increíble – dijo Diana descuidadamente.
- Sí, pero es verdad – respondió Lucas un poco molesto. - Todo lo que me decía resultaba cierto, o por lo menos ayudaba.
- Claro, disculpa. Lo que me pregunto es de qué se trata eso. ¿Crees que sea el espíritu de tu madre el que te habla? Yo lo he pensado bastante y no se me ocurre otra explicación.
- Yo no sé nada de espíritus, y no quiero saberlo. Me basta con saber que puedo verla y estar con ella – dijo Lucas con los ojos húmedos.
- Pero sígueme contando de tu cofradía, – respondió Diana cambiando de tema, como siempre hacía cuando Lucas se ponía así – todavía no entiendo bien que hacen ¿entonces es como un club de chicos que se reúnen para hablar de deportes y esas cosas? Si es así no le encuentro mucho atractivo.
- No, para nada, te digo que no te puedo contar mucho de eso. Pero puede que tú misma lo veas. Tu padre me ha contado que en Silvana también existen las Tres Cofradías, y que allá me podré integrar. Quizás consiga que ingreses, entonces tendrás tu nombre y tu propio báculo. Espera – exclamó Lucas, levantándose del sillón en que se encontraba – te mostraré el mío.
Lucas salió corriendo del salón, en dirección a su habitación. En menos de un minuto volvió, y traía en sus manos el brillante bastón que había recibido cuando ingresó a la Cofradía en Nixia. Se lo entregó a su amiga.
- Vaya, es estupendo, me gusta mucho – dijo ella. - Esta estrella se parece mucho a tu prendedor, y ¿qué dice aquí? - leyendo - “Ursus Valeroso” ¿Qué significa?
- Es mi nombre en la Cofradía.
- ¿En serio? - dijo divertida - Disculpa, no me quise reír, no me mires así, – hizo un esfuerzo por ponerse seria – Ursus es el animal que los atacó en el parque, ¿no es cierto?
- Y que después nos salvó cuando recuperamos el totemo. Fue una coincidencia que apareciera en ese momento, aunque este último año me ha hecho no creer mucho en coincidencias.
- Ursus es el nombre científico del oso, un animal que hay en otros sistemas estelares, no sabía que aquí también había una especie. Aunque leí que eran más pequeños de lo tú me cuentas. Probablemente sea una variedad modificada genéticamente para sobrevivir en Nixia.
- ¿Genéticamente? ¿Qué significa? ¿Cómo sabes todo eso? - le preguntó Lucas, extrañado.
- Es que en el colegio tomé un electivo de ciencias, y vimos mucha zoología – contestó Diana. - Me encanta la biología, por eso estoy muy contesta de ir a Silvana, ¿tú no?
- Bueno, creo que también, aunque lo mío más bien es la astrografía, o la historia, aún no lo sé, me gustaría tener tu seguridad.
- Hay mucho tiempo para que descubras qué te gusta, no te preocupes.
Lucas la miró impresionado. Nunca se había preguntado él mismo qué le gustaría hacer. Hasta entonces toda su vida estaba bastante dirigida, sus días, sus estudios, sus actividades, se habían regido por un estricto protocolo del cual recién empezaba a darse cuenta. Es cierto que hasta hace poco sus únicos anhelos eran jugar con su amiga Diana dos veces por semana, pero ahora ella tenía otros intereses y se daba cuenta que él también, aunque aún no los descubría.

Esa noche Lucas se fue a acostar con todas esas dudas dando vueltas en su cabeza. No pudo dormirse hasta muy entrada la noche, pensando. Siguió haciéndolo, y no se dio cuenta que estaba soñando hasta que su madre se le acercó por atrás y le tocó el hombro.
- ¡Vaya! Me asustaste, – le dijo Lucas – no te había visto. - El chico miró a su alrededor. Estaba sentado en el prado donde ya se habían encontrado en otras oportunidades. La brisa acariciaba su cara.
- Estás muy pensativo, hijo, ¿qué te preocupa? - le preguntó su madre, sentándose a su lado.
- Me he dado cuenta que no sé qué quiero, qué cosas me gustan. Quiero decir, si pudiera decidir qué hacer, en este momento, o mañana, o la próxima semana, no sé que elegiría. Si pudiera salir ¿a dónde iría? Si alguien me preguntar qué hago yo ¿qué contestaría?
- Que eres el Príncipe, por supuesto – le contestó su madre. - Tienes bastantes responsabilidades con eso.
- ¿En serio? Yo no lo siento así. Hasta ahora hago lo que me dicen, y como me dicen que debo hacerlo. No veo responsabilidades en eso.
- Bueno, pero aún eres un niño, no deberías preocuparte. Las cosas se irán dando de a poco. Lo importante es que estés atento y hagas lo que debes. En Nixia lo hiciste muy bien, tomaste decisiones cuando debías tomarlas, unas mejores que otras, es cierto, pero al final todo salió como debía. Si sigues haciéndolo, descubrirás tu camino – dijo su madre, abrazándolo.
- Creo que tienes razón, – contestó Lucas – supongo que en Silvana se me irán dando las oportunidades. Tal vez en las ciencias descubra qué me gusta. Será una buena oportunidad.
- Pero entiendo que aún no está decidido lo de Silvana – dijo su madre.
- Bueno, no, pero Eneas cree que es bastante probable. Incluso ya matriculó a Diana. ¿Tú sabes algo de eso?
- No, pero sólo digo que no deberías darlo por seguro.
Lucas no contestó. Hasta ese momento Silvana era la única alternativa que había considerado. Pero su madre tenía razón. Su padre aún no había decidido nada, y él no lo conocía lo suficiente para saber que pensaba. Se preguntaba cuál sería su futuro para ese año.

© 2011 Marcos Scotti D.