martes, 29 de noviembre de 2011

Capítulo 2

Bueno, después de una carga de trabajo inusualmente alta, he podido volver a dedicarle tiempo a la escritura. Es increíble y lamentable como lo urgente le roba tiempo a lo importante (lo que es importante para uno mismo, al menos). Lo bueno es que esta urgencia personal por volver a escribir me hizo avanzar mucho, y ya tengo casi listos los capítulos 3 y 4, por lo que no debería volver a tener un receso. Al menos no por ahora.



Capítulo 2: Un Verano Deportivo

Cuando Lucas ya se resignaba a aceptar que ese verano sería como todos los años, un larga estación de aburrimiento solitario en sus dependencias, sólo interrumpido por las visitas semanales de Diana, sus estudios y uno que otro compromiso oficial al que debería asistir, Eneas se presentó en su cuarto y solicitó hablar con él.
- Sabes que no necesitas pedir permiso para hablar conmigo, Eneas - le dijo el príncipe. – Espero que sigamos siendo amigos y no volvamos a la rutina de antes.
- Yo también lo espero, Alteza, pero en palacio debemos ser cuidadosos y respetar estrictamente el protocolo – respondió Eneas. - No quiero molestar a su padre, después de lo que pasamos en Nixia el año pasado. Todavía estoy sorprendido que no me haya hecho responsable de todo el peligro que corrió allá.
- Él confía en ti, supongo. A propósito ¿le dijiste que me gustaría estudiar en el Instituto de Ciencias de Silvana?
- Hace unas horas me mandó llamar para darme instrucciones, y pude decirle que me parecía una buena opción para su formación, pero no encontré prudente contarle que eran sus deseos. Tradicionalmente el heredero siempre estudia en el Colegio Protocolar de Nixia, pero como ahora eso no es posible, él debe decidir dónde irá.
- ¿Y qué respondió?
- No me dio una respuesta, pero me parece que recibió bien la sugerencia. Curiosamente dijo “siempre me ha gustado la ciencia”, pero no me atreví a preguntarle a que se refería.
- Pues parece una buena señal.
- Opino lo mismo.
- ¿Y de qué querías hablarme?
- Bueno, precisamente de las instrucciones que me dio en ese momento. Me dijo que en su juventud su padre, vuestro abuelo, lo hacía pasar sus veranos haciendo mucho deporte, porque ayudaba a contrarrestar los efectos negativos de Nixia en el crecimiento. Aunque usted ya no irá allá, el emperador opina que igual será beneficioso para su desarrollo. Me ordenó que me contactara con el Club Olimpia, que es un gimnasio muy exclusivo de Ciudad Capital, donde sólo asiste lo más selecto de la sociedad, y tiene muy buenas medidas de seguridad. Me indicó que debo inscribirlo en varios talleres. Nombró pelota, remo, carreras de velocidad, carreras de fondo, natación y escalada. - Al ver la cara de Lucas, Eneas se apresuró a decir: - Pero véale el lado bueno, Príncipe, podrá alternar con otros jóvenes de su edad. Me atrevo a decir que lo pasará muy bien.
- ¿Dices que podré juntarme con otros chicos? - los ojos de Lucas brillaron - ¿Y crees que puedas conseguir que admitan a alguno que yo indique?
- Le repito que es un club muy exclusivo, ¿en quién está pensando?
- Tú sabes en quienes estoy pensando. Vamos, no me mires así, alguna ventaja debe tener ser el príncipe. Estoy seguro que no habrá problema si dices que es mi deseo.
- Supongo que es posible, ya veremos – finalizó Eneas.

Eneas hizo los arreglos necesarios y consiguió sin muchos problemas que admitieran en el gimnasio a Jan, Fran y Rigo, los amigos de Lucas en el Colegio Protocolar de Nixia. El quinto miembro del grupo, Félix, no vivía en Ciudad Capital, sino en una comuna rural a más de seiscientos kilómetros de ahí, por lo que no podría asistir. Por supuesto que el valor de las inscripciones y las mensualidades tendrían que ser costeadas por Lucas, pues el gimnasio era demasiado caro para las familias de sus amigos; pero en eso no habría problemas, ya que Eneas manejaba la cuenta de gastos del príncipe, que disponía de dinero más que suficiente. Después que el mayordomo se entrevistó con los padres de los chicos y obtuvo el permiso, quedaron todos inscritos.
El reencuentro de Lucas con sus amigos se produjo en el gimnasio unos días después, y aunque sólo habían pasado tres semanas desde que se separaran en el espaciopuerto, fueron muy efusivos, con abrazos, saludos y bromas.
- Ya, no es para tanto – dijo Lucas ante las muestra de afectos de sus amigos, - si pasamos todo el año juntos.
- Es que ya eres parte del grupo. Además creíamos que no nos veríamos más, – respondió Rigo - como nos contaste que no volverías a Nixia.
- Pero les dije que encontraría la manera de encontrarnos en vacaciones – siguió Lucas.
- Pero tomando en cuenta lo que nos contabas de tu vida en el palacio, - intervino Fran – la verdad es que no teníamos muchas esperanzas en eso.
- Pues ya ven que me tienen que tener más confianza – replicó Lucas.
- Es cierto – dijo Jan – te las arreglaste muy bien para juntarnos.
- En realidad todo el mérito es de Eneas – contestó Lucas. - Él hizo todas las gestiones.
- A propósito – siguió Rigo - ¿dónde está ahora? Me sorprende que no esté aquí contigo. Siempre te acompaña a todas partes.
- Bueno - contestó Lucas, – vine solo en un deslizador. Es decir, solo con una patrulla de Guardias Imperiales custodiándome.
- Sí, - intervino Fran – los vimos afuera cuando llegamos.
- Claro, - siguió Jan – y este payaso los saludó cuando entramos.
- Es que me pareció reconocer a un par de Nixia, – se defendió Fran – aunque en realidad se ven todos iguales. Además no contestaron el saludo.
- De todas maneras – siguió Lucas – Eneas dijo que llegaría pronto, pues tenía que pasar a buscar algo, no me dijo qué.
- Pues yo creo que sé lo que es – dijo Rigo – pues ahí viene entrando y trae una sorpresa.
Los chicos se voltearon para ver la entrada y Lucas se sorprendió mucho cuando vio que su mayordomo venía acompañado de Diana, vestida con un uniforme deportivo que, según se dijo para sí mismo, le quedaba muy bien.
- Hola Lucas, - dijo la chica mientras se acercaba.
- Hola, - se adelantó Fran – mi nombre es Fran, y tú debes ser Diana, Lucas hablaba de tí a cada momento en Nixia.
- Bueno, me acordaba mucho allá – replicó Lucas algo avergonzado. - Ellos son Rigo y Jan, y Fran que ya se presentó – agregó indicando a sus amigos, que la saludaron. - ¡Qué bueno que hayas venido! Ha sido una gran idea, Eneas.
- Me pareció que era una buena oportunidad de que Diana conociera a sus amigos, alteza. - contestó Eneas - Además mi hija es una excelente deportista, seguro que podrán aprender algo de ella.
- Por favor, papá, me estás avergonzando – protestó Diana.
- Pero es cierto – continuó Eneas. - De todas maneras ahora tendrán oportunidad de verlo ustedes mismos, porque ya es hora que entren a su primer taller. Creo que es pelota, si no me equivoco.
Los chicos se apresuraron a ir a la cancha cubierta del gimnasio, aunque siguieron conversando alegremente. El gimnasio era un complejo bastante amplio con canchas, piscina temperada, salas de musculación, pista de carreras, salas de artes marciales, muro de escalada, fosos de tiro e incluso una pequeña laguna para nado recreativo y remo. A Eneas le pareció prudente inscribir a los amigos de Lucas sólo en pelota, remo y carreras, para evitar una sobrecarga en los chicos y demasiadas protestas del auditor de gastos de palacio. A Diana la inscribió en los mismos talleres que Lucas, pues él mismo pagaría su inscripción. Pasaron los primeros días del verano completamente sumidos en estas nuevas actividades deportivas.
El taller de pelota era el más entretenido para el grupo. Además de conocer a otros chicos, le dio la oportunidad a Lucas de demostrar las habilidades deportivas que había adquirido en las clases de Cultura Física en Nixia. A su vez Diana demostró ser mejor que sus nuevos amigos en carreras de velocidad y fondo, e incluso en remo era difícil ganarle. En escalada Lucas y Diana formaron una gran pareja, mientras uno aseguraba las cuerdas el otro subía el muro, y cambiaban después. Lucas disfrutó la natación sólo una vez que pudo aprender a nadar, lo que en realidad no le costó demasiado. El resultado era que llegaba al final del día completamente exhausto. Completamente exhausto y feliz. No recordaba otro verano tan feliz en su corta existencia. Apenas apoyaba la cabeza en la almohada se quedaba dormido. Fue al cabo de un par de semanas de actividades deportivas que soñó otra vez con su madre.
- ¡Qué bien te ves, Lucas! - exclamó la emperatriz mirando al príncipe de arriba a abajo. - No sé si lo has notado, pero has crecido mucho estas últimas semanas. Vas a ser tan alto como tu padre.
A Lucas le sorprendió mucho ver que su madre no usaba un vestido, como siempre lo hacía en sus sueños, sino que llevaba un equipo deportivo moderno, con zapatillas y todo. También se sorprendió del lugar en que se encontraban. Era un vasto espacio abierto hasta donde alcanzaba la vista. El terreno era muy pedregoso, excepto la carretera donde se encontraban, hecha de tierra compactada, completamente recta hasta perderse en el horizonte.
- ¿Por qué estás vestida así? - preguntó Lucas a su madre.
- Pues para una carrera, obviamente – respondió ella. - Sé que te gustan mucho.
Lucas se dio cuenta que él también usaba un equipo deportivo. Miró a su madre y sonriendo le dijo:
- Bueno, partamos entonces.
Lucas se echó a correr por la carretera seguido por la emperatriz, que pronto le dio alcance. Corrieron a la par sin hablar por lo que deben haber sido varios kilómetros. Lucas estaba feliz. A pesar de avanzar rápidamente, el paisaje no cambiaba y no se veía ninguna meta donde llegar. Se dio cuenta que no sentía cansancio, pero en cambio cada vez hacía más calor. El cielo fue variando su color azul, enrojeciéndose progresivamente. Su felicidad fue tornando en preocupación cuando notó un resplandor rojo en el horizonte, como si un gran incendio consumiera el suelo en la lejanía. El chico dejó de correr. Su madre se detuvo un poco más adelante.
- Lucas, ¿por qué paraste? - dijo volteando - Debes seguir corriendo.
- Hace mucho calor – respondió el chico mirando a su alrededor – y creo que el fuego se acerca.
- Lo sé, pero debes seguir corriendo.
- ¿Por qué debo seguir corriendo? - preguntó Lucas, sin entender lo que su madre quería decir.
- Lucas, escucha – dijo ella mirándolo directamente a los ojos, - cuando llegue el momento debes correr, y no detenerte por nada.
Lucas sintió que el calor aumentaba rápidamente y miró hacia atrás. Grandes llamas de fuego se acercaban. Un gran sentimiento de temor lo comenzó a invadir. Volteó para mirar a su madre, pero ella ya no se encontraba allí. Sintió las llamas encima suyo. Quiso correr pero era tarde. El calor era insoportable. Miró con terror que sus pies ardían. El príncipe despertó jadeando en la oscuridad de su cuarto.

© 2011 Marcos Scotti D.

martes, 8 de noviembre de 2011

Capítulo 1

Bien. Aquí comienzo una nueva etapa en esta tarea que me he empeñado en realizar, que es escribir una historia que pueda quedar de recuerdo para mis hijos, nietos, bisnietos, etc. y también para mis amigos, cercanos o lejanos, antiguos o nuevos. Quiero contarles que hace tiempo que no me entusiasmaba tanto en una labor, y espero que pueda transmitir eso en estos escritos.

Como corresponde al primer capítulo de una segunda parte, es básicamente de recapitulación, con algunos indicios de lo que le espera a Lucas.

Basta de preámbulos, aquí va el capítulo.



Capítulo 1: Nuevas Expectativas

El comienzo de las vacaciones no fue muy auspicioso para Lucas. Cualquiera podría pensar que en su calidad de príncipe heredero del Imperio del Sistema Estelar de Antiqua tendría en perspectiva una larga y entretenida lista de actividades para realizar, más aún tratándose de un joven en plena entrada a la adolescencia, próximo a cumplir los trece años. Pero nada más alejado de la realidad. Cuando Eneas, su mayordomo personal, y su amigo desde las aventuras que pasaron en el planeta Nixia el año anterior, le dijo que ya habían renovado el equipo de tutores que lo prepararía para el próximo año de estudios, su desazón aumentó.
- ¡Pero si pasé todo el año estudiando! Tu mismo dijiste que te había sorprendido. Pasé todas las materias y hasta saqué Sobresaliente en dos de ellas. No entiendo por qué tengo que estudiar en el verano – le dijo Lucas.
- Son los deseos de su padre, me lo dejó bien en claro en la entrevista que tuve con él cuando volvimos de Nixia – respondió Eneas. - Anímese, pienso que puede sacarle mucho provecho a esta oportunidad, si escogemos materias relacionadas con su próximo año de estudios. El Colegio Protocolar no profundiza en el estudio de las ciencias, y yo quería proponerle que considerase asistir a la Academia de Ciencias de Silvana.
- Pero en realidad yo no sé mucho de eso – contestó Lucas. Se puso a pensar en el profesor de Ciencias de Nixia, Juis Santos, pero no era por sus clases por lo que más lo recordaba, sino por el incidente con el Acta de Fundación que bien pudo costarle la expulsión del Colegio Protocolar.
- Recuerde que le fue muy bien en Astrografía – continuó Eneas. - Si mal no recuerdo es una de las materias en que sacó Sobresaliente. Además hay otras ciencias que le pueden ser de interés, como Historia o Paleontología.
- Pues no lo había pensado. Creo que la historia también me atrae, especialmente los primeros años de la fundación de Antiqua, cuando los Mensajeros trajeron los Cinco Totemos.
- Lo conozco, príncipe, y sé lo que está pensando. Quiere buscar el Totemo de los Bosques Fríos en Silvana, pero creo que ya pasó suficientes peligros con el primero. Además tenemos un equipo de la Cofradía Solar en cada planeta buscando los totemos faltantes.
- ¡Vamos Eneas, los han buscado por doce años! No habrían encontrado el de las Nieves Eternas en Nixia si yo no los hubiese ayudado.
- Eso fue porque su madre fue discípulo del Maestro que custodiaba ese totemo. Pero ella no sabía la ubicación de los otros, así que me temo que no nos pueda ayudar de la misma manera.
- Bueno, pero aún pienso que algo puedo hacer. Silvana es tu planeta natal y supongo que conoces mucha gente. Formaríamos un gran equipo.
- Qué bueno que recuerde eso, porque he pensado en algo que puede alegrarlo. Pretendo enviar a mi hija Diana a estudiar también a Silvana. Ella podrá conocer sus raíces, pues era muy pequeña cuando vinimos a vivir a Alfa. Hasta podrían ser compañeros de curso.
La noticia en realidad alegró mucho a Lucas. Diana era sin duda su mejor amiga, y aunque en Nixia conoció otros muy buenos, no pudo evitar echarla de menos. De vuelta en Alfa, esperaba con ansias los momentos en que ella llegaba a hacerle compañía. Después de las aventuras y problemas que había tenido en el Colegio Protocolar, o quizás porque estaba creciendo, Lucas ya no sentía atracción por los juegos infantiles que había compartido con su amiga, y al parecer a ella le pasaba lo mismo. Ahora pasaban la mayor parte del tiempo juntos conversando. Ella insistía que él le contase todo lo que le había sucedido el año interior, sin parar de interrogarlo. A Lucas, lejos de molestarle, se sentía muy contento, y trataba de recordar todos los detalles. Durante varias tardes de verano le contó sobre el prendedor con forma de estrella que le había dado su padre y los problemas que le trajo. También sobre su participación como representante de su amiga Gracia en el Juicio de Réplica, y la sorpresa para todos de saber que la chica provenía del planeta Eolia. Además sobre la aventura y casi tragedia en la caverna del Ursus del Parque de Tram. Incluso le contó cómo había sido perseguido y secuestrado, cómo habían escapado del satélite natural de Nixia, Gelucoria, y cómo finalmente habían descubierto la ubicación del Totemo de las Nieves Eternas. Tomó la precaución de omitir que Eneas pertenecía a la Cofradía Solar, pues al ser Eneas el padre de Diana decidió que no le correspondía hacerlo. Tampoco le contó que esa Cofradía se dedicaba a proteger el secreto de la ubicación del planeta Tierra, cuna de la humanidad, y que por eso buscaban los Cinco Totemos. En todo lo demás Diana lo escuchaba atentamente, pero no dejaba de interrumpirlo cuando no entendía algo:
- Explícame bien – le decía - eso de la cofradía de la estrella esa...
- De la Estrella Solitaria – precisó Lucas.
- ...no entiendo bien el papel que tiene en la historia, ¿sabían o no dónde estaba el totemo ese?
- No, ellos, digo nosotros, nos dedicamos más bien a cosas del colegio. No te quiero contar mucho, se supone que es secreto. Al final el totemo lo encontramos con una gran dosis de suerte, aunque me parece que la información estaba ahí, de alguna manera, escondida o perdida, no sé como expresarlo.
- Y tu madre te daba las pistas en tus sueños. Es un poco increíble – dijo Diana descuidadamente.
- Sí, pero es verdad – respondió Lucas un poco molesto. - Todo lo que me decía resultaba cierto, o por lo menos ayudaba.
- Claro, disculpa. Lo que me pregunto es de qué se trata eso. ¿Crees que sea el espíritu de tu madre el que te habla? Yo lo he pensado bastante y no se me ocurre otra explicación.
- Yo no sé nada de espíritus, y no quiero saberlo. Me basta con saber que puedo verla y estar con ella – dijo Lucas con los ojos húmedos.
- Pero sígueme contando de tu cofradía, – respondió Diana cambiando de tema, como siempre hacía cuando Lucas se ponía así – todavía no entiendo bien que hacen ¿entonces es como un club de chicos que se reúnen para hablar de deportes y esas cosas? Si es así no le encuentro mucho atractivo.
- No, para nada, te digo que no te puedo contar mucho de eso. Pero puede que tú misma lo veas. Tu padre me ha contado que en Silvana también existen las Tres Cofradías, y que allá me podré integrar. Quizás consiga que ingreses, entonces tendrás tu nombre y tu propio báculo. Espera – exclamó Lucas, levantándose del sillón en que se encontraba – te mostraré el mío.
Lucas salió corriendo del salón, en dirección a su habitación. En menos de un minuto volvió, y traía en sus manos el brillante bastón que había recibido cuando ingresó a la Cofradía en Nixia. Se lo entregó a su amiga.
- Vaya, es estupendo, me gusta mucho – dijo ella. - Esta estrella se parece mucho a tu prendedor, y ¿qué dice aquí? - leyendo - “Ursus Valeroso” ¿Qué significa?
- Es mi nombre en la Cofradía.
- ¿En serio? - dijo divertida - Disculpa, no me quise reír, no me mires así, – hizo un esfuerzo por ponerse seria – Ursus es el animal que los atacó en el parque, ¿no es cierto?
- Y que después nos salvó cuando recuperamos el totemo. Fue una coincidencia que apareciera en ese momento, aunque este último año me ha hecho no creer mucho en coincidencias.
- Ursus es el nombre científico del oso, un animal que hay en otros sistemas estelares, no sabía que aquí también había una especie. Aunque leí que eran más pequeños de lo tú me cuentas. Probablemente sea una variedad modificada genéticamente para sobrevivir en Nixia.
- ¿Genéticamente? ¿Qué significa? ¿Cómo sabes todo eso? - le preguntó Lucas, extrañado.
- Es que en el colegio tomé un electivo de ciencias, y vimos mucha zoología – contestó Diana. - Me encanta la biología, por eso estoy muy contesta de ir a Silvana, ¿tú no?
- Bueno, creo que también, aunque lo mío más bien es la astrografía, o la historia, aún no lo sé, me gustaría tener tu seguridad.
- Hay mucho tiempo para que descubras qué te gusta, no te preocupes.
Lucas la miró impresionado. Nunca se había preguntado él mismo qué le gustaría hacer. Hasta entonces toda su vida estaba bastante dirigida, sus días, sus estudios, sus actividades, se habían regido por un estricto protocolo del cual recién empezaba a darse cuenta. Es cierto que hasta hace poco sus únicos anhelos eran jugar con su amiga Diana dos veces por semana, pero ahora ella tenía otros intereses y se daba cuenta que él también, aunque aún no los descubría.

Esa noche Lucas se fue a acostar con todas esas dudas dando vueltas en su cabeza. No pudo dormirse hasta muy entrada la noche, pensando. Siguió haciéndolo, y no se dio cuenta que estaba soñando hasta que su madre se le acercó por atrás y le tocó el hombro.
- ¡Vaya! Me asustaste, – le dijo Lucas – no te había visto. - El chico miró a su alrededor. Estaba sentado en el prado donde ya se habían encontrado en otras oportunidades. La brisa acariciaba su cara.
- Estás muy pensativo, hijo, ¿qué te preocupa? - le preguntó su madre, sentándose a su lado.
- Me he dado cuenta que no sé qué quiero, qué cosas me gustan. Quiero decir, si pudiera decidir qué hacer, en este momento, o mañana, o la próxima semana, no sé que elegiría. Si pudiera salir ¿a dónde iría? Si alguien me preguntar qué hago yo ¿qué contestaría?
- Que eres el Príncipe, por supuesto – le contestó su madre. - Tienes bastantes responsabilidades con eso.
- ¿En serio? Yo no lo siento así. Hasta ahora hago lo que me dicen, y como me dicen que debo hacerlo. No veo responsabilidades en eso.
- Bueno, pero aún eres un niño, no deberías preocuparte. Las cosas se irán dando de a poco. Lo importante es que estés atento y hagas lo que debes. En Nixia lo hiciste muy bien, tomaste decisiones cuando debías tomarlas, unas mejores que otras, es cierto, pero al final todo salió como debía. Si sigues haciéndolo, descubrirás tu camino – dijo su madre, abrazándolo.
- Creo que tienes razón, – contestó Lucas – supongo que en Silvana se me irán dando las oportunidades. Tal vez en las ciencias descubra qué me gusta. Será una buena oportunidad.
- Pero entiendo que aún no está decidido lo de Silvana – dijo su madre.
- Bueno, no, pero Eneas cree que es bastante probable. Incluso ya matriculó a Diana. ¿Tú sabes algo de eso?
- No, pero sólo digo que no deberías darlo por seguro.
Lucas no contestó. Hasta ese momento Silvana era la única alternativa que había considerado. Pero su madre tenía razón. Su padre aún no había decidido nada, y él no lo conocía lo suficiente para saber que pensaba. Se preguntaba cuál sería su futuro para ese año.

© 2011 Marcos Scotti D.